Vitoria - Fue a principios de esta década cuando el proyecto empezó a dar sus primeros pasos, aunque no se hizo realidad ante el público hasta el año pasado desde el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada. Eso sí, el camino ante los ojos de otros no ha hecho más que comenzar y ya tiene citas, por ejemplo, en Berlín. Pero antes de llegar a la capital alemana en septiembre, la producción fotográfica 365 toma la Sala Fundación Vital, donde el trabajo de Eugenio Recuenco va a permanecer expuesto hasta el 30 de junio.

En total, se presentan 366 imágenes que son fruto de ocho años de trabajo que han requerido la participación de centenares de personas entre modelos y personal técnico. El resultado es una mirada al tiempo vital y social del autor madrileño, un recorrido por el arte, la moda, la ciencia, la ecología, la tecnología... Son, como se describe en el propio proyecto, “fotografías que juegan con el espacio para engañar a los sentidos y enamorar a la emoción, y que diseccionan la realidad para colocarnos frente a un espejo e invitarnos a tomar partido”. Cada escena se retrata en una caja de casi cuatro metros de altura por más de dos y medio de ancho y de profundidad con una minúscula ventana. Todas las imágenes, además, están concebidas en cajas independientes de luz que retroiluminan las instantáneas de manera suave.

Según Recuenco, en el proyecto hay tres niveles de lectura: en el primero, entra en juego la estética, que en ningún momento ha intentado limitar el artista. Las fotografías son imágenes agradables a la vista que pueden sorprender al espectador por su mezcla de realidad y fantasía y donde se fusiona pasado y presente, recuerdo y realidad en una misma toma. Hay un segundo nivel de juego en donde el visitante busca dónde se encuentra el calendario que aparece en todas las fotografías; unas veces más evidente y otras menos. También hay referencias a pasajes de la historia del arte y del cine o a acontecimientos históricos.

El tercer nivel, según el autor, es en el que el espectador se encuentra con el discurso propio de cada foto. Algunas veces críticas con el mundo, otras con humor y otras veces con trazos autobiográficos del artista. Lo que pretenden las imágenes es intentar hacer un dibujo de la sociedad y el mundo que le ha tocado vivir a Recuenco, y de mostrar cómo lo ha sentido. Por eso en algunos casos presenta historias conocidas, deformadas por su vivencia.