pamplona - El escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz fue el encargado ayer del acto inaugural de la 43ª Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid, que tiene lugar en el Paseo de Recoletos en homenaje a Antonio Machado.
Durante 20 días, 39 librerías especializadas de todo el Estado, entre las que se encuentra la librería Iratxe de Pamplona, tomarán parte en una nueva edición de la Feria de Primavera. Las casetas estarán abiertas hasta el 15 de mayo.
Además, el cartel de esta edición ha sido diseñado de la artista plástica navarra Elena Goñi, mientras que la edición conmemorativa, disponible en la caseta de información, es Juan de Mairena, de Antonio Machado, de cuya muerte en el exilio francés se han cumplido este 2019 ocho décadas.
Además de volúmenes de segunda mano y descatalogados, se podrá encontrar una selección de libros antiguos, primeras ediciones literarias de las generaciones del 27 y del 98, ediciones románticas ilustradas con grabados y litografías, encuadernaciones artísticas, documentos manuscritos de todas las épocas, carteles, postales...
El escritor Sánchez-Ostiz, comenzó la lectura de su pregón diciendo que “hablar de libros, libreros y lectores es por fuerza echar la vista atrás”, y que entendería mal su propia “andadura como escritor sin librerías de viejo y sin libreros, y sin el trato con bibliófilos o bibliómanos: la husma libresca”. El escritor se refirió a su ciudad, Pamplona, para decir que en su juventud “la gente no vendía libros porque estaba feo y era mejor tirarlos, y porque no tenían, no había”. “En 1936 se había quemado mucho libro y en aquella ciudad apretada de conventos, murallas y cuarteles, había lector furioso que en su biblioteca tenía colgado un permiso del obispo para leer libros prohibidos”.
También mencionó a la librería de Abárzuza, que por aquellos años tenía un cuarto secreto. “Algo fabuloso; un panel de la estantería giraba y dejaba paso a un cubículo tapizado de los libreros prohibidos de los sesenta: Sartre, Blas de Otero, León Felipe, Hernández...”, contó. Sánchez-Ostiz recordó que “Pío Baroja, que se pasó la vida comprando libros y que recibía catálogos de viejo hasta en su exilio parisino, decía que los libreros de viejos eran tipos curiosos”, y señaló: “Más lo somos los compradores y en la literatura hace un tiempo que unos y otros hemos entrado como personajes; y seamos o no curiosos, todos vamos camino de convertirnos en unas raras avis”. “El nuestro es -añadió- un mundo libresco que poco a poco se ha ido reduciendo, tanto que más que hablar de libros y de autores, empezamos a hablar como conjurados que se dan el santo y seña”.
Siguió contando que en una novela que se trae entre manos “hay una librería de viejo -que es algo que Chesterton decía que debería haber en todo barrio que se preciara-, donde venden los libros que has perdido, los que te han birlado y los que quisiste tener y nunca viste porque tal vez ni siquiera fueron escritos, solo soñados, que también pasa”. Y concluyó diciendo que “hay gente, mucha, demasiada, a la que los libros le dejan frío, pero qué mundo más ingrato sería este sin libros, sin libreros y sin librerías de viejo”. - E.P./DNA