Vitoria - Ha sido la pequeña pantalla la que ha hecho que el nombre de Maggie Civantos crezca en popularidad de una manera más que evidente en la última década, aunque tampoco hay que perder de vista su trabajo en el cine y sus incursiones en el teatro. Ahora la actriz malagueña se convierte en Yolanda para protagonizar La pequeña Suiza, el segundo largometraje del director laudioarra Kepa Sojo

¿Días de promoción, jornadas de locura?

-Sí, sí (risas), pero al final todo esto también gusta. Hablar del trabajo que has hecho, siempre es bonito.

En realidad, del rodaje aquí no ha pasado tanto tiempo, semanas en las que estuvo casi como una vecina alavesa más.

-Te va a parecer que te lo digo de mentira o para quedar bien, pero es que tengo unas ganas terribles de volver. Fue un rodaje muy divertido e hicimos grupo en muy poco tiempo con el reparto y los técnicos. Y eso lo vivimos en un entorno tan bonito. Es que me tiré casi un mes viviendo en Artziniega y siempre que recuerdo esas semanas, me viene a la cabeza lo mismo: paz. Estar allí era eso, era paz, tranquilidad y salud. Vale, estabas trabajando, pero como fue todo tan divertido y agradable, todo se llevaba de otra manera, sobre todo viviendo en aquella tranquilidad. Estábamos en pleno monte y era un gusto. Y comimos bastante bien además (risas). Lo único es que nos llovió bastante, pero bueno, diremos aquello de que la lluvia es buena, así estaba todo tan verde.

Dice Kepa Sojo que ‘La pequeña Suiza’ es una película para la sonrisa...

-Acierta por completo. Es una película que te mantiene con una sonrisa todo el tiempo. No es una sucesión de gags, sino que te mantiene un buen sabor de boca todo el filme, una sensación que se mantiene cuando llegas a casa. Creo que es importante apoyar a este tipo de película que te hacen sentir bien poniendo en evidencia ciertos temas que hoy están muy de actualidad tanto en los medios como en los debates personales. No se trata de hacer una crítica a nada, sino de exponer cuestiones relacionadas con temas como el nacionalismo para que cada uno saque sus conclusiones y todo ello desde el respeto y el sentido del humor.

Pero estamos en un momento en el que hacer humor con determinadas cuestiones parece que está hasta mal visto.

-Siempre que se haga con respeto y con conciencia, no debe estar mal visto. El sentido del humor debe evolucionar con los tiempos. No debe tener límites pero debe de evolucionar. Esta película hace humor desde esa perspectiva, con mucho respeto. Ahí está la clave de La pequeña Suiza, que habla de temas de actualidad con humor y desde ese respeto.

De hecho es su personaje el desencadenante de esa petición, un tanto extraña, de los vecinos de Tellería de entrar a formar parte de Suiza al no poder acceder al ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca. ¿Cuando recibió el guión y vio la premisa, qué pensó, que Kepa Sojo se había tomado algo malo?

-(Risas) Me pareció muy divertido y pensé: este rodaje va a ser memorable. Se generan situaciones muy disparatadas y se mezclan géneros cinematográficos. Por ejemplo, cuando Yolanda, mi personaje, descubre el documento que lo inicia todo, más que una comedia parece una película de misterio. Hay momentos de comedia romántica, instantes de...

Está más que acostumbrada a estrenos en la pequeña y en la gran pantalla. Llega el de mañana y... ¿nervios, otro título más a la mochila...?

-Sería muy triste si no estuvieran los nervios propios de los estrenos. Llega este momento y quieres que la película guste a todo el mundo. Además, tienes ganas de compartir algo en lo que has puesto tu granito de arena. En este caso, más que nerviosa, estoy emocionada y me siento muy agradecida por poder formar parte de La pequeña Suiza.

Por cierto, ¿ha estado o tiene en sus planes viajar a Suiza?

-(Risas) Bueno, ya siento que he estado con esta película... pero sí, tengo que ir.