barcelona - Los grabados más representativos del artista germano Alberto Durero se pueden contemplar desde ayer en la exposición Durero, maestro del Renacimiento, que ocupa el Real Círculo Artístico, la catedral y el Museo Diocesano de Barcelona.

Con unas 70 obras procedentes de la colección italiana de Elisa Moretti, la exposición, que cuenta con la colaboración del Museo Casa Durero de Nuremberg y el Museo Fugger y Welser de Augsburgo, conmemora el 500º aniversario de la XIX reunión del Toisón de Oro en la catedral, una reunión internacional convocada por el emperador Carlos V.

La comisaria de la exposición, Helena Alonso, subrayó ayer que esta exposición es una oportunidad para ver las más destacadas obras de Durero, desde sus primeras obras, anteriores al año 1500, hasta su apogeo, ya a principios del siglo XVI, que ponen de relieve “su maestría y su búsqueda constante de la belleza absoluta”.

Entre las piezas exhibidas figuran títulos emblemáticos como el Gran carro triunfal de Maximiliano I, Melancolía, San Eustaquio o El caballero, la muerte y el diablo.

En los tres espacios expositivos están representadas todas las temáticas tratadas por Durero: los grabados religiosos La Sagrada Familia con tres liebres, San Jerónimo en el bosque y San Eustaquio; pintorescos como Cerdo monstruoso de Landser; mitológicos como Lucha entre Hércules y Caco; alegóricos como Escudo de armas con calavera; y retratos (Willibald Pirckeimer, el cardenal Alberto de Brandenburgo).

A través de 37 grabados, el Real Círculo Artístico muestra la “genialidad temprana” de Durero, que ingresó en el taller de Michael Wolgemut con 15 años como continuación al aprendizaje iniciado con su padre.

Según la comisaria, “la producción de Durero anterior a 1500 es fundamental en su trayectoria” y tras sus viajes a Basilea e Italia, el artista se establece de manera independiente y ya en 1496 el elector de Sajonia, Federico el Sabio -en la muestra se ve un retrato suyo hecho por Durero- se convirtió en uno de sus clientes más fieles. - Efe