madrid - Miquel Barceló no es un artista ajeno a su tiempo y se toma la pintura “como una forma de resistencia”, dice, pero de pintar barcas en África, “con gente que no iba hacia la muerte”, ahora presenta unas pateras en el Mediterráneo en medio de la tempestad, porque es un tema que le “incumbe mucho”.

Barceló presentó ayer a los medios de comunicación unos cuadros de gran formato, sombríos, en medio de unas aguas turbulentas en la exposición Vida de pulpo, que inaugura hoy en el galería Elvira González, donde estos grandes lienzos, con el mar como protagonista, se mezclan con sus intensos colores en obras en papel, con el pulpo como elemento central y dos cerámicas.

“Vivimos tiempos sombríos -explica a un grupo de periodistas el artista español más cotizado- y me gusta que estas imágenes del mar que están en la muestra coincidan con el periódico, no es por casualidad. Es algo tangencial, y aunque mi pintura tiene muchos niveles de lectura es evidente que me incumbe mucho esta gente que se ahoga en el Mediterráneo”.

Un tema que le importa a Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) porque, además, mucha de esta gente que muere en las pateras “vienen de Mali, un sitio donde he vivido mucho tiempo y conozco bien -comenta-. Tengo la sensación muchas veces de que son gente que conozco personalmente”.

Barceló explica que estos nubarrones de sus cuadros se pueden ver como algo simplemente plástico, “pero si lo vemos desde la perspectiva de europeos del nuevo milenio -añade-; pues sí, da un poco de miedo la situación”.

“Me gusta que la pintura tenga muchos niveles de significación -recalca-, pero todo el arte sirve para alumbrar un poquito nuestra vida, y que nos haga preguntas y cuestione, y yo formo parte de la pregunta, no de la respuestas”, sostiene.

Barceló, un pintor matérico e infatigable, y al que la duda e inseguridad le acompaña “desde niño”, según reconoce, cree que en este momento lo que está pasando en Europa es “como si mucha gente se hubiera puesto a saltar en la casa a la vez para a ver si se hunde el piso”.

El artista mallorquín también se ha mostrado preocupado por los nacionalismos, que “detesta”, subraya: “Cuando escucho esa palabra salgo corriendo y ahora veo que crece mucho la intolerancia en todos los ámbitos. Hay que leer a Unamuno, estamos en lo que el llamaba ‘el pensamiento cojonudo’, decía que hay testículos en lugar de cerebros y esto genera cosas terribles y lo dijo en 1905 o 1906. Repito, hay que leer a Unamuno y a Josep Pla, ahí está todo. Definieron España al pie de la letra, lo recomiendo de verdad”, insistió artista, a la par que afirmó: “Es demasiado fácil definir a lo que está pasando como nacionalismo, hay que mirarlo de una forma más amplia. Por ejemplo, hay una especie de intolerancia y un uso abusivo de la ley constantemente. Ese crecimiento de la intolerancia, de forma exponencial en todos los ámbitos, es algo general y no solo de España”, explicó el creador.

El mar La muestra de Barceló, que está conformada por 29 obras, tiene el nexo del mar, mostrando a veces sus aguas como escenario de muerte, pero también como fuente de vida en una mezcla de visión romántica y otras desoladora.

En la exposición, otro protagonista es el pulpo, un cefalópodo que ya no come el pintor, aunque de niño los cazaba y se los comía. “El pulpo me fascina y es como una metáfora de mi actividad como pintor, como artista. Es un animal que se alimenta de sí mismo”, añade.

“Llevaría vida de pulpo, de noche comiendo cangrejos y gambas, y en las horas de sol, dentro de las barracas”, escribe en su cuaderno a modo de diario, que incluye el catálogo de la exposición.

También la muestra incluye obras en las que Barceló ha trabajado recientemente como algún dibujo para el primer tomo del libro Fausto de Goethe.

Barceló ahora ya está terminando el segundo tomo de Fausto y está trabajando en otro libro de Kafka. Proyectos que tiene el pintor este año, junto con cuatro exposiciones en Japón y otras en Italia, Bruselas o Málaga. - Efe/E.P.