Vitoria - Un diálogo entre la voz y el piano, entre Cristina Mora y Moisés P. Sánchez. Él ya conoce lo que es citarse con los espectadores entre las paredes del Dazz. Ella todavía no. Lo sabrá el domingo a partir de las 19.00 horas.

Primera visita a Vitoria.

-Eso es. Moisés sí que ha estado actuando allí, no sé si sólo en el Dazz, la verdad. Así que con muchas ganas porque además Moisés me ha hablado muy bien del local.

‘Heart Landscapes’ es su último disco, ‘Metamorfosis’ el de él. ¿Cómo será el concierto?

-En principio, tocaremos buena parte de Heart Landscapes, porque además nunca se ha podido escuchar en directo allí y me apetece mucho. Y también presentaremos algunas cosas nuevas, algo de lo que está viniendo. A eso se sumará algo de la música de Moisés, aunque Metamorfosis es más un disco para trabajar en un grupo. Hay cosas que a dúo no se pueden hacer. Pero bueno, algo habrá.

¿Cómo se relacionan voz y piano, hay protagonista y secundario?

-Es un diálogo. Tal y como concebimos la música, no pensamos en que la voz tenga un protagonismo, estando el piano todo el rato al servicio de la voz. Eso pasa en los momentos en que hay canción. Es verdad que si hay un elemento definitorio de Heart Landscapes es que está estructurado en canciones. El álbum es un encuentro de estilos y, en este sentido, el piano y la voz también se encuentran, alternando sus momentos de protagonismo. Intentamos que haya un diálogo continuo. En la música que nosotros hacemos, eso es importante, la comunicación es esencial entre ambos.

Aunque en su propuesta el jazz también deja paso a otros estilos, ¿es más complicado que la improvisación se haga paso entre la voz y el piano?

-Al contrario, es más fácil porque tienes menos ataduras. De todas formas, para este proyecto y para mí es importante que haya un lugar para las canciones. No siempre en el jazz lo hay. Es verdad que al haber voz, se da más pie a las canciones. Como el jazz es, sobre todo, improvisación, es importante que las canciones estén presentes y luego dejar momentos para la comunicación entre los instrumentos, para la improvisación. Y el ir a dúo, facilita la improvisación, da más libertad.

Cantante, compositora, profesora... ¿Qué es más complicado?

-Hacer bien cualquier cosa es difícil, sea lo que sea. Me gusta hacer las cosas bien, luego que lo consiga o no, ya no está en mi decirlo. Siempre intentas dar lo mejor, obtener los mejores resultados. Hasta, no sé... para fregar los platos hay que dar lo mejor que tienes (risas). Son formar de ser de cada uno. Soy de las que cuando se pone a hacer algo, no me guardo nada. Claro que cada faceta tiene sus características. Y siempre tienes que tener presente lo importante que es ir avanzando y mejorando en cada cosa que haces. Y creo, desde la modestia, que, por ejemplo, en el plano de la composición, voy mejorando y las canciones me salen cada vez mejor, más allá de que esto no es una ciencia matemática, no siempre haciendo lo mismo, da el mismo resultado, ni la inspiración te viene en el mismo momento o de la misma manera. Pero ya te digo que, por lo menos en mi caso, se trata de ser lo más generosa posible dando lo mejor de mí.

También desarrolla su labor como musicoterapeuta.

-Mi búsqueda en ese sentido está en intentar encontrar un camino entre las dos disciplinas. Son mundos que se pueden cruzar entre sí. De hecho, cantar es una terapia. En el campo de la musicoterapia, el trabajo va más allá de lo estrictamente musical, es hacia lo espiritual, lo sanador, hacia la conexión con lo que uno es, y a partir de ahí poder trabajar. Son mundos que se tocan si haces por ello y en eso estoy. Para mí, el camino es poder enfocar la música de una manera más espiritual y poder acercarla al uso terapéutico.

Cuantas cosas se arreglarían en esta vida sólo con la música...

-Sí, claro. Mira, el verano pasado estuve trabajando con la ONG Musicians Without Borders y, aunque no hacen musicoterapia, sí que trabajan a través de la música en lugares en conflicto, con gente muy dañada. A través de la música realmente se consiguen cosas increíbles. Si hubiese más música y menos de otras cosas, el mundo sería un sitio mejor. De eso estoy convencida.