A principios de este año, el espacio cultural ARTgia puso en marcha una convocatoria de ayudas para apoyar la producción y exposición de proyectos artísticos realizados por jóvenes mujeres creadoras del territorio. Bajo la denominación de EmART y con la colaboración de Injuve y Gauekoak, la galería impulsada por Irantzu Lekue busca dar la vuelta, en la medida de sus posibilidades, a una realidad que no es exclusiva de Álava pero que aquí también se produce de manera palpable.
Desde ayer hasta el próximo 2 de diciembre, la primera edición de esta convocatoria vive su penúltima entrega en la sala de la calle José Lejarreta, ya que la última se producirá en Madrid (en la sala Amadís), donde Sara Berasaluce, Marina Suárez y Beatriz Perales también mostrarán los proyectos llevados a cabo en el contexto de esta ayuda, un apoyo que las tres quisieron poner ayer en valor durante la presentación de la muestra colectiva.
En este sentido, como apuntó Perales, la convocatoria debe ser parte de ese “empujón” al sector cultural que requiere Gasteiz, una situación general que se vuelve todavía más cruda cuando se habla de jóvenes mujeres creadoras. “No se nos conoce y ésta es una manera de hacernos ver. No hay espacios para ello así que estamos agradecidas a este apoyo”, comentó Suárez, quien, como Berasaluce, se encuentra en estos momentos a medio camino entre Vitoria y Madrid para poder seguir formándose y desarrollándose dentro del campo creativo.
De momento, ARTgia ha conseguido sacar adelante esta primera edición, que se ha desarrollado en paralelo a otra ayuda destinada a la exhibición de autores locales en sus instalaciones de Judimendi, una línea de actuación que acaba de contar con la muestra de pintura realizada por Eduardo Alsasua.
Propuestas Pero más allá del contexto, lo que desde ya puede encontrar el público que acuda hasta ARTgia son tres producciones que, en formas y fondos, poco o nada tienen que ver entre sí, más allá de que hay un elemento que las atraviesa: para construirse han necesitado y siguen requiriendo de la participación e intervención de terceros.
Es el caso de I need you, I don’t need you, donde Berasaluce Duque pone sobre la mesa conceptos como el recuerdo, la memoria, la ausencia y el registro a través de un trabajo que va más allá de lo fotográfico. A las personas que han querido tomar parte -aunque la serie sigue abierta y, de hecho, la autora hace un llamamiento para que se sigan apuntando voluntarios- les solicita un hecho de su pasado que, por la razón que sea, tenga una relevancia, una vivencia asociada a una fecha y un lugar que la creadora registra de diferentes maneras, también a través del juego de imágenes repetidas en las que el elemento humano aparece y desaparece.
Dentro de esa búsqueda de los otros para desarrollar una producción propia, Perales sigue construyendo Nemesyz, que parte de la invisibilización de la mujer dentro de los movimientos revolucionarios y antisistema, aunque la apuesta ha terminado por incluir también a las personas LGTBIQ. Para ello, la artista se ha hecho con diferentes elementos que pueden estar asociados en el imaginario a estas guerrillas, como armas o pasamontañas, utensilios que ha tuneado usando colores y diseños que la sociedad actual asocia a lo femenino desde un punto de vista despectivo. Ahí, con cierta dosis de humor, construye un altar a las ocultadas que se completa con dos proyecciones audiovisuales, aunque se han quedado fuera otros materiales -obtenidos en las intervenciones callejeras llevadas a cabo durante el proceso- por falta de espacio.
También abierto sigue el camino de Txiribitas, la instalación participativa que ha creado Suárez para la ocasión, partiendo de la novela Orlando de Virginia Woolf, y de los siete días en los que el protagonista -que empieza siendo él para convertirse en ella en un momento dado- permanece sumido en un profundo sueño. Es ese mundo de lo imposible que muchas veces no se recuerda cuando se abren los ojos el que lleva a la autora a preguntarse “¿qué pasa en ti cuando no estás?”. Desde esa cuestión, y uniendo su faz escénica con la de las artes plásticas, propone al visitante de ARTgia adentrarse en su espacio, sentarse, ponerse unos cascos y no hacer nada, sólo estar... si es que eso es posible.
Entre estos tres vértices se construye una muestra colectiva que se inauguró ayer por la tarde y que ya espera al público.