donostia - Tiempo después es heredera espiritual de ese filme de culto y clásico del surrealismo titulado Amanece que no es poco. José Luis Cuerda ubica su nueva historia en el año 9177, “mil años arriba, mil años abajo”. Lo que queda de la humanidad vive en un solo edificio gobernado por un rey en el que solo puede haber tres locales con el mismo tipo de negocio, por ejemplo, no más de tres barberías. Fuera del complejo viven los parados, que no pueden regentar un negocio dentro del bloque para “no desnaturalizarse”. El humorista Joaquín Reyes interpreta a uno de los dos policías que viven en este edificio y es uno de tantos actores de este filme coral, que a juicio de su propio director, que la presentó ayer en el Victoria Eugenia, es la “mejor película” que ha hecho nunca.
¿Es José Luis Cuerda necesario y el resto del equipo de ‘Tiempo después’ contingente?
-Sí, es necesario. Es un buen guiño a Amanece que no es poco. Como decía es necesaria la mirada de Cuerda. Ese tipo de humor tan distinto y personal es imprescindible. El hecho de haber participado en esta película siendo tan seguidor y fan de Amanece que no es poco es para Raúl Cimas, Carlos Areces y para mí muy importante. No me quiero poner cursi pero cuando me lo ofrecieron creo que no dejé ni que terminaran la frase. Para nosotros Amanece que no es poco es una Biblia del humor. Nos hemos inspirado en ella, cuando no directamente hemos copiado gags de esa película. Cuerda es un director muy diferente.
Por lo tanto, sin Cuerda y sin ‘Amanece que no es poco’ no hubiese habido ‘Hora chanante’ ni ‘Muchachada nui’.
-No. Nosotros bebemos de Amanece que no es poco y de los Monty Phython. Son dos referencias muy claras y principales. La película mezclaba el costumbrismo con el absurdo, de una manera que nunca se había visto. Eso nosotros lo hemos utilizado muchísimo. El sello de las películas de Cuerda es que los personajes hablan de una forma distinta a lo que deberían. Hay un contraste entre la forma y el fondo, entre lo que son y lo que dicen. Eso a mí me encanta. En Amanece que no es poco reivindican que en ese pueblo son “muy de Faulkner”. Es increíble, está llena de hallazgos y de frases que son enormes.
Usted era muy joven cuando vio ‘Amanece que no es poco’.
-Yo estaba en el instituto. Además, se da la casualidad que alguno de mis compañeros había participado en la película. Se rodó en la sierra de Albacete. Uno de mis profesores del instituto salía también, y era, además, quien dirigía el grupo de teatro. Tenemos un cariño especial a la película. Amanece que no es poco me dejó ojiplático y con el culo torcido. Primero, por esa estructura tan rara que tiene, al ser un película tan coral que parece que no tiene argumento, pero en la que todo encaja. Esa sucesión de estampas locas con esos personajes que dicen esos disparates de una forma tan seria y tan cargados de razón. Y ese final que tiene, donde el sol en vez de salir por el Este sale por el Oeste, y el personaje de José Sazatornil Saza dice esto es un sindios, porque les quitan lo único que tienen que es que amanece, que no es poco.
¿’Tiempo después’ es una continuación espiritual de aquel filme?
-Hay un hilo que conecta varias obras de Cuerda. Primero, Total, que es un mediometraje que hizo por encargo para TVE, donde ya sembró las semilla de lo que fue Amanece que no es poco; luego está Así en el cielo como en la tierra, y luego Tiempo después, que cerraría esa tetralogía. No es que sea una secuela pero sí que tiene que ver en cuanto a la estructura y el tono, aunque esta película la veo más profunda que Amanece que no es poco. Me parece que el trasfondo tiene más sustancia.
-Esas bromas de metalenguaje me entusiasman. En La hora chanante y Muchachada nui las hemos hecho hasta la saciedad.
¿Es una película que puede llegar a ofender a la izquierda?
-No lo creo. Cuerda hace sátira y una crítica evidente a los poderes fácticos, a la monarquía, por ejemplo. Pero también a la izquierda, porque también se le puede sacar punta. El humor es darle a todos. Aunque más que una crítica a la situación en el Estado, critica al mundo en general, a la humanidad, al ¿hacia dónde vamos? Vivimos una época muy desconcertante donde se ha normalizado el discurso del odio y que haya líderes que dicen barbaridades se ve como lo normal. Eso me preocupa y creo que esta película también habla de eso. Realmente, el fin del mundo puede estar más cerca de lo que nos creemos, por gente como Trump o Salvini, que me parece nefasta.
La tesis de la película es que el capital engulle “todo lo que le echen”, también las revoluciones.
-Es muy difícil luchar contra algo así, todo lo fagocita. La izquierda ha sido fagocitada muchas veces. Es muy difícil luchar contra el sistema. Sigo pensando que todavía hay tiempo para cambiar las cosas. Aunque me contradiga, me parece que no estamos tan mal, aún podemos recuperar la confianza, cambiar y mejorar las cosas. Si no lo hace la gente, ¿quién lo va a hacer? Los de arriba desde luego no.
Siguiendo con la idea de que el sistema absorbe todo, ¿a usted también, como a uno de los jóvenes de la película, Hegel le “pone cachondo”?
-(Ríe) Hegel me pone cachondo, sí. Tenía mucha curiosidad por ver cómo se materializaba en la película visión de los jóvenes que tiene Cuerda. Era algo nuevo. Nunca había visto a Cuerda representar a la juventud y eso era uno de los alicientes de esta película. Lo refleja de una forma muy divertida. Parecen personajes que están en los márgenes pero tienen su propio discurso y sus ideas sobre las cosas.
Sus ideas se resumen en no hacer nada.
-Claro, son nihilistas, como tiene que ser la juventud, por otra parte. Es como el trap, que también es puro nihilismo.
Parece que el humor ofende a todo el mundo.
-La gente está en su derecho de sentirse ofendida. Una cosa es lo que nos gustaría que el humor dijese y otra que se prohiba hacer ciertas bromas. La libertad de expresión está para permitir que la gente opine o haga sátira sobre lo que quiera. Otra cosa es que establezcamos un debate sobre si las bromas nos gustan o no. Me parece muy sano y muy normal. Como cómico no me parece mal que me digan que una broma que he hecho está mal y si creo que tienen razón, la retiraré. Amigas feministas me han explicado que alguna de mis bromas es machista y la he retirado. Me parece que eso nos mejora. No podemos estar haciendo el humor que hacíamos hace 50 años. ¿El humor tiene que tener límites?
-No está mal que el humor tenga ideología. Que el cómico haga chistes sobre unas personas y no otras me parece lo normal. Pero cada uno tiene que responder por sus bromas. Se pueden hacer chistes de todo, pero la cuestión es la mirada o la intención con la que los haces.