Una asunto de familia logró en Cannes la Palma de Oro. Ayer se presentó en Donostia, después de que su director, uno de los más asiduos al festival -diez veces en 20 años-, recibiese el premio honorífico que otorga el Festival de Cine. En su último trabajo, vuelve a abordar el tema de la familia, desde una postura muy radical y ahondando en la pregunta que ya había formulado de forma previa: ¿Qué convierte a una familia en una familia?

¿Considera que el Zinemaldia le ha ayudado de alguna manera en su carrera?

-He de decir que este festival me gusta mucho, la gente de la ciudad y el equipo del Zinemaldia es muy amable. Si me preguntan de qué manera ha influido este festival en mi carrera, he de decir que fue importante el año 2008, cuando se proyectó en la Sección Oficial Still walking. Mi agente me decía que iba a ser una película para el mercado doméstico y que en el extranjero no la iban a entender. Tras la exhibición se me acercó mucha gente para felicitarme y a decirme que el personaje de la madre les recordaba a la suya, que habían llorado, que era una película que tiene un contenido muy próximo a su propia vida.... Haberla proyectado en el festival y haber visto la reacción del público me hizo entender que era algo que podía ser entendido por todo el mundo y esto me dio confianza para ver cómo iba a ha hacer mis siguientes películas.

En su nuevo filme, vuelve a abordar el tema de la familia. ¿Considera que es inagotable?

-Lo que sí he percibido es que yo no veía las cosas de la misma manera cuando mi posición en la familia era la de hijo, que ahora que ya soy padre y he perdido a mis propios padres. Es posible que a partir de ahora, cuando tenga más años, vaya teniendo otros puntos de vista diferentes. Creo que la familia puede llegar a ser un tema inagotable. También hay que tener en cuenta que con el paso del tiempo va cambiando lo que entendemos por familia. Cuando yo era pequeño en Japón era normal que convivieran tres generaciones en la misma casa: niños, padres y abuelos. Este modelo ya no existe. Quizá dentro de 20 años haya otro modelo de familia, por lo que creo que las posibilidades que tiene el tema son muchas.

En su último filme plantea que una acción moralmente correcta no tiene porqué ser legalmente adecuada.

-Es una familia que no hace nada bueno, nada que podamos considerar justo. Todo lo que hace está relacionado con el delito. Es verdad que salvan a una niña pequeña, pero es algo puramente circunstancial. Lo que quería retratar era cómo a veces hacer algo que es lo justo puede llegar a deshacer a una familia. Esta se empieza a desmoronar por el lado interno, cuando el niño tiene un sentido de culpabilidad y decide hacer lo que es justo. Luego hay un factor externo que es lo que la sociedad considera justo. Son dos actitudes justas, pero son las que deshacen a la familia.

La crítica ha opinado que en sus últimos filmes -‘De tal padre, tal hijo’ (2011), ‘Nuestra hermana pequeña’ (2015) y ‘Después de la tormenta’ (2016)- se acercó al melodrama o abrazó un cine más blando. En ‘Un asunto de familia’ vuelve a ser más crudo.

-No es que sea una reacción contra este tipo de críticas. Me apetecía presentar de qué manera una familia interactuaba con la sociedad. Son una serie de cuestiones que estaban ahí pero que la sociedad japonesa no quería ver. A la hora de representar eso debes ser muy crudo, muy directo. En ningún momento me estoy planteando un cambio de línea en mi cine.

Presenta a una familia muy pobre. ¿Es Japón un país con una gran desigualdad?

-Mi sensación es que en los últimos 20 años se han acentuado mucho las diferencias sociales. Siempre se había dicho que Japón era un país donde lo predominante era la clase media. Yo creo que casi ha desaparecido y ahora están los que tienen mucho dinero y los que viven en la pobreza.

La actriz Kirin Kiki, con la que usted ha trabajado en muchas ocasiones, también en ‘Un asunto de familia’, ha fallecido recientemente. ¿Qué recuerdo alberga de ella?

-Ha sido una gran compañera de trabajo durante diez años. Me acuerdo mucho de ella, porque hace dos años estuve con ella en Donostia. Cada vez que voy por algún sitio de la ciudad, recuerdo pasear con ella.

Dentro de poco comenzará a rodar en Francia. Será la primera vez que lo haga fuera de Japón. ¿Teme que como les ocurre a otros directores cambie su mirada?

-El rodaje comenzará en octubre. Hasta que no lo haga no sé qué es lo que va a salir, pero lo que a mí respecta no tengo intención de cambiar de punto de vista. Una vez acabe la película ya se verá.

¿Sobre qué tratará este proyecto?

-Abordará la relación entre una madre y una hija. La madre es actriz y la hija quería serlo pero no pudo. A través de la relación entre estas dos mujeres me gustaría reflexionar sobre en qué consiste el acto de interpretar en una película.

¿Cómo se titulará?

-Tiene un título provisional: La Vérité (la verdad).

Aunque en su cine es la familia lo que predomina, ¿tiene pensado volver a lo fantástico como ya hizo con ‘After life’ (1999) o ‘Air Doll’ (2009)?

-Me gustaría hacer algo en la línea del cine fantástico. Me ha gustado mucho La forma del agua de Guillermo del Toro.

¿Y mezclará lo fantástico con la familia?

-Tengo algunas ideas pero me queda mucho por concretar. Me gusta mucho la historia de Frankenstein, la historia de extraer vida de algo que no la tiene. Es una idea que está por madurar.