Donostia - La idea nació hace diez años, en unas vacaciones en Menorca. ¿Por qué este libro de Kapuscinski?

RAÚL DE LA FUENTE: -Fue un flechazo. Recuerdo que estábamos los dos en la playa leyendo, empezamos a hablar de Kapuscinski y enseguida vimos que tenía que ser Un día más con vida. La idea de que la gente le conociera a través de un documental con las voces de personas que tuvieron contacto con él era muy atractiva, pero creíamos que había que ir más allá. Yo siempre que leía sus libros veía películas, a todas sus historias les ponía imagen y sonido. Y Amaia también.

¿Estuvo clara desde el principio la idea de combinar imagen real con animación?

Amaia Remírez: -Optamos por la animación porque nos posibilitaba dos cosas. Una, que el espectador se metiera en la mente de Kapuscinski, de ahí las secuencias más surrealistas de la película. Y dos, por las posibilidades que nos daba. Además, la animación también vino dada por párrafos del libro que para nosotros eran como secuencias metafóricas, como cuando los portugueses se van de Angola y él habla de esa ciudad de madera.

Raúl de la Fuente: -Kapuscinski decía que el sentido de la vida era cruzar fronteras y no solo físicas, sino también culturales y, en nuestro caso, creativas. Nos apetecía contar su experiencia en Angola de una manera diferente, no sé si desde un género nuevo, pero sí a través de un proyecto al que dedicarle tiempo y vida.

En efecto, le han dedicado tiempo y vida, en la práctica más de siete años.

R.D.F.: -Nunca pensamos en que iba a ser tanto tiempo. La ilusión inicial siempre es muy naíf, no sabes todo lo que va a venir. Ha sido un proceso muy largo, muchos años de trabajo... Pero creo que los problemas han venido siempre del lado de la producción, por la dimensión tan grande que ha ido adquiriendo la película, por la financiación, la coproducción, la cantidad de socios opinando. A pesar de eso, nunca he pensado “por qué me habré metido en esto” y nunca he tenido un mal pensamiento hacia la historia en sí misma. Ha habido momentos duros, pero Kapuscinski nunca se ha manchado por las partes oscuras del proceso; siempre ha estado ahí, en lo alto, seguro que riéndose de nosotros.

¿Cómo se acercaron al estudio polaco Platige Image?

A.R.: -La elección fue bastante natural. Desde el inicio del proyecto tuvimos claro que teníamos que afrontarlo en coproducción con un estudio de animación, y siendo Kapuscinski polaco, a través de Malgorzada Janckzak, una amiga que trabaja en Varsovia, contactamos con Platige, que es uno de los mejores estudios de Europa. Y en 2009 allá nos fuimos, Raúl y yo, a proponerles la idea. Él ya había hecho Nömadak Tx y más cosas, pero Kanaki Films estaba recién creada. Nos plantamos allí con los derechos del libro reservados, el primer guión y la idea del formato.

¿Y cómo recibieron en Polonia a unos extranjeros que se proponían hacer una película sobre su héroe nacional?

A.R.:-Pues yo creo que se quedaron un poco en shock. Pero inmediatamente vieron que aquello era algo que no querían dejar escapar, así que muy pronto comenzamos el desarrollo conjunto para hacer el teaser, que presentamos en Berlín en 2012.

Para Kapuscinski, Un día más con vida era su libro favorito, seguramente porque cruzó, o quizá borró, la frontera entre periodismo y arte.

R.D.F.: -Y eso que es una ficción basada en hechos reales y él realmente estuvo más cercano a la realidad. Él era mucho más que un periodista, era un activista.

A.R.: -Y creemos que, posiblemente, en Angola vio que las pocas líneas que le permitía enviar su télex a su agencia de prensa no eran suficientes para contar lo que les estaba ocurriendo a las personas. Y buscó el oficio de escribir, el arte, como manera de hacer permanecer a todos los que conoció allí.

¿Qué nos puede contar hoy en día, con el periodismo en horas bajas, esta historia de entrega y activismo?

R.D.F.: -En su momento, Kapuscinski se veía obligado a constreñir y simplificar la realidad a través de un télex. Y hoy en día tenemos Twitter, Facebook... Hoy el rol del periodista de guerra ha cambiado mucho y seguramente el redactor jefe tiene más información que el corresponsal que está sobre el terreno. Y creo que es un buen momento para reivindicar la figura del reportero, del periodista de verdad, el que se juega la vida, el que quiere vivir lo mismo que viven sus protagonistas. La película también muestra que, a veces, tu profesión se te queda corta y tienes que romper todo tipo de códigos deontológicos en función de una causa que consideras justa. Kapuscinski se tuvo que plantear si seguir las normas o romperlas, implicarse y tomar todo el partido necesario para apoyar el socialismo utópico y humanista en el que creía.

La película rompe con los géneros porque tiene todos los ingredientes: aventuras, épica, introspección... Puede interesar a muchos públicos.

R.D.F.: -Kapuscinski decía que tenía un miedo atroz a aburrir al lector. Y yo como director, y Amaia igual, siento un miedo atroz a aburrir al espectador. Esta película la hemos hecho para dar a conocer más a Kapuscinski, para quedarnos a gusto y, sobre todo, para que el espectador pase una hora y media entretenida y envolvente de la que luego se acuerde.

A.R.:-Arriesgamos mucho en el formato y, del mismo modo, desde el principio se tomó la decisión de que la narrativa tenía que ser lo más clásica posible. Con el héroe en el centro, su sufrimiento en el conflicto y una conclusión clara. Queremos que el espectador salga del cine sintiéndose realizado y haciéndose preguntas.

¿Fue muy difícil decidir sobre los porcentajes de animación y de imagen real en la película?

A.R.: -Una parte muy especial del trabajo de guión fue incorporar los testimonios de los personajes reales y que no desentonaran con la animación. Y creo que lo hemos hecho bien. La crítica está destacando que la película te coge de la mano y te lleva hasta el final sin importar si lo que estás viendo es animación o imagen real.

¿Cómo ha sido dirigir entre dos?

R.D.F.: -No nos vamos a engañar, ha sido muy difícil. Han sido muchos años, con mucha distancia geográfica, cultural e incluso de edad entre Damian y yo... Nos hemos ido adaptando el uno al otro, hemos tenido grandes broncas por Skype y también momentos muy bonitos. Y siempre agradezco que esa lucha de poder creativo haya ido en favor de la película. Creo que ese pulso navarro-polaco al final ha sido para bien.

Como productora, el proyecto habrá supuesto un aprendizaje enorme.

A.R.: -Ha sido un reto constante. La película me iba planteando desafíos que no había afrontando nunca y que tenía que ir superando. Si producir un largo ya es difícil, hacerlo con un proyecto que nace como una coproducción entre España y Polonia, pero a la que inmediatamente, después del éxito del teaser en 2012, se apuntan dos nuevos socios, Bélgica y Alemania, y luego Hungría como productor asociado... imagínate. Ha sido un trabajo muy difícil y grande, pero creo que he sido capaz de sacarlo adelante con solvencia gracias al compromiso y al convencimiento de que este es un proyecto que nace del corazón.