venecia - La australiana Jennifer Kent es la única mujer que compite este año por el León de Oro, algo que, reconoció ayer en rueda de prensa, no le aportó “felicidad” porque cree que “la labor del cine es reflejar el mundo” y no está mostrando que las mujeres son el 50% de la población. “La igualdad de género es muy importante. Si el cine no refleja que somos el 50% de la población, entonces no está haciendo su trabajo, es un asunto muy serio”, afirmó Kent en la presentación de su filme The Nightingale, que cuenta la historia de los abusos a una mujer en Tasmania en el siglo XIX.
Una película “que habla de la importancia del respeto por la mujer, por la naturaleza y por las poblaciones indígenas”, resaltó la realizadora, que consideró importante que cada persona encuentre en su interior un equilibrio entre lo masculino y lo femenino. En el cine, agregó, “hay infrarepresentación no solo de mujeres, sino de cineastas de color, procedentes de países pequeños, de muchos grupos... hay un largo camino por recorrer”. Y una de las productoras Bruna Papandrea, resaltó que el filme no solo está protagonizado por una mujer y dirigido por otra, sino que “hay mujeres en todos los procesos”.
Kent se refirió al apoyo que ella siempre ha encontrado como mujer cineasta, tanto en su familia como en su Australia natal, y apuntó que “el mundo podría seguir” el ejemplo del respeto que hay en Australia y Nueva Zelanda por las realizadoras. Un apoyo que le permitió hacer su ópera prima, Babadook, y que también le ha posibilitado contar la historia de The Nightingale, la de Clare (Aisling Franciosi), una mujer violada repetidamente por el teniente Hawkins (Sam Claflin) y que tras el asesinato de su marido y su bebé, sale en busca de venganza con la ayuda de Billy, un aborígen interpretado por Baykali Ganambarr en su primer papel.
Ganambarr se mostró orgulloso de haber participado en un filme “realmente honesto”. Lo que muestra “es lo que les pasó a los aborígenes en Australia, a mi gente”, además de ser una oportunidad para que escuche en el cine el Palawa kani, un idioma creado a partir de las diferentes lenguas que existieron en Tasmania.
Mientras que para Claflin fue un trabajo desafiante porque no conocía muy bien la historia de Tasmania en aquella época de la colonización. “No conocía la verdadera brutalidad que hubo y ahora me da vergüenza”, aseguró el actor inglés. “Es una lección de historia” que demuestra además la cantidad de cosas “irrelevantes” que hay en la sociedad de hoy en día, dijo Claflin, que señaló que, aunque ha habido muchos progresos sociales, aún hay muchos problemas que resolver.
Y Kent lamentó que “muchos de los problemas que pasaban en el siglo XIX en Tasmania, están aún muy presentes en el mundo moderno”. Una película que Kent decidió realizar porque la historia le generó “la pasión y el amor” que busca en cada proyecto. “Me encantan las películas que crean sus propios mundos porque el cine es entrar en otro mundo. No quería hacer un drama social o algo que fuera didáctico, quería crear un mundo un poco mítico, no irreal, pero que fuera un paso más allá de la realidad”, explicó. Porque además de sobre la brutalidad de unos tiempos oscuros, el filme también habla de “la necesidad de mantener nuestra humanidad”, “la necesidad de amor, compasión, comprensión y amabilidad cuando todo lo que pasa a tu alrededor te empuja a hacer lo contrario”. - Efe