Vitoria - Fue Félix Alfaro Fournier quien la compró en 1965 para su colección privada, unos fondos que después pasaron a manos de la Diputación alavesa. Desde entonces no se había actuado ni sobre ella, ni sobre la otra armadura samurái completa que, junto a otra incompleta, se muestra en el Museo de Armería. Pero hace tres años, se tomó la decisión de llevar a cabo un proceso de restauración que por fin ha terminado y que el público ya puede completar. De hecho, con su compañera, los trabajos de recuperación se iniciarán el próximo octubre. “Hemos aprendido mucho en este tiempo, así que ese proceso creemos que costará menos tiempo”, apuntan Isabel Ortiz de Errazti y Ruth Valentin Herrero, responsables de devolver a su estado original “una de las piezas más significativas” del espacio, como explica la diputada de Euskera, Cultura y Deporte, Igone Martínez de Luna.

Son muchas las curiosidades que se encuentran detrás del trabajo realizado con Tôsei Gusoku, una armadura japonesa moderna que ha requerido por parte del Servicio Foral de Restauración un largo proceso de investigación para poder llevar a cabo las actuaciones necesarias con el mayor rigor. “Lo que se encontraba en peor estado eran las partes textiles y las lacas”, describe Ortiz de Errazti. “De hecho, las lacas ha sido lo más complicado”, siendo necesario también recurrir a la ayuda del área de restauración del Gobierno de Navarra.

El conjunto se conserva casi completo, una armadura moderna Tôsei Gusoku, tipo Domaru. Las protecciones de las partes vitales del cuerpo son de acero. El resto es una combinación de materiales orgánicos unidos con cordones de algodón. El casco es tipo Suji-bachi de 32 placas de acero remachadas verticalmente. La parte frontal está decorada con cinco mariposas de cobre y estaño. Las alas laterales conservan dos distintivos de latón que identifican el clan de la familia.

La máscara fue elaborada en hierro lacado en negro y en rojo. Es solo de medio rostro Menpo, estilo Ressei, de líneas duras y largo bigote. La coraza es una pieza de transición, de influencia europea, formada por placas de acero remachadas horizontalmente con bisagras en el lateral derecho. Las decoraciones del peto de cobre, estaño y oro embutidos representan figuras de la mitología budista en el anverso y el reverso.

Tras la restauración, el Museo de Armería ha dispuesto a la vista del público el resultado final, pero bajo una serie de condiciones, que sobre todo tienen que ver con el impacto lumínico sobre la pieza, algo que se ha cuidado de manera especial.