Vitoria - “Siempre que hay un nacimiento en la familia, estamos a la espera de ver si hay suerte con la voz, pero hasta ahora...”, sonríe Borja Junco García de Mardones. “Mi madre [Celia García de Mardones] es la única que ha heredado ese don, aunque no se ha dedicado de manera profesional a cantar”, describe el tataranieto de José Mardones, bajo alavés de cuyo nacimiento ahora se conmemora el 150 aniversario y de quien el tenor italiano Enrico Caruso llegó a decir que “cuando canta, oigo a un arcángel”.
Como ya publicó este periódico hace varias semanas, el también cantante alemán Thomas Gsell, junto a su hermana Jessica Gsell, está impulsando la celebración de un acto de homenaje con dos partes, una en Fontecha, la localidad que vio nacer a Mardones, y otro en Vitoria (en este caso, con la vista puesta en otoño), para rememorar los conciertos dados en el Principal tanto en 1928 como en el 29.
En el primer caso, la Cuadrilla de Añana, el Ayuntamiento de Lantarón y la Junta Administrativa de Fontecha se encuentran ahora definiendo los actos que se producirán, con casi toda probabilidad, a mediados de septiembre, aunque sí se tiene claro que tanto la música como la afición de Mardones por la pelota y los bolos deberían estar presentes. Además, se realizará una misa y una ofrenda floral en el cementerio donde reposan sus restos, según explica Javier Uriarte, alcalde de Lantarón.
Ante estas noticias sobre los reconocimientos que se están planteando, Junco García de Mardones apunta que la parte familiar del intérprete alavés que reside en Burgos (su abuelo, José Luis García de Mardones, ya nació en la ciudad vecina) está “muy ilusionada”. De hecho, “tenemos un tío en México y otro en Badajoz, y ambos nos están preguntando en todo momento” puesto que el interés de todos pasa por “darle visibilidad a un hombre que tuvo una gran repercusión en muchas partes del mundo pero que aquí es casi desconocido”.
Él lo ha podido comprobar en estos meses en los que ha empezado a residir en Vitoria a causa de su trabajo (es el gerente de Bakh-Baskonia Kirol Hiria). “He hecho una pequeña encuesta entre mis compañeros del Baskonia y del Alavés y todos saben que tiene una calle y que cantaba. Pero poco más”, una situación que se repite entre gran parte de la ciudadanía del territorio a la hora de hablar de un Mardones cuya carrera se inició en el terreno de la zarzuela, en la compañía de Emilio Sagi Barba. Sin embargo, él sabía que su camino tenía que estar unido a la ópera, algo que pudo empezar a concretar en el Teatro Real de Madrid para, tras acudir a otras ciudades del Estado, triunfar después en el Teatro Nacional de San Carlos de Lisboa y viajar desde allí a Milán y Buenos Aires, desde donde llegó a Estados Unidos, lugar en el que permaneció doce años, siendo una de las figuras más destacadas del Metropolitan de Nueva York, donde se presentó por primera vez en 1917.
En este sentido, Junco García de Mardones comenta que “la anécdota típica que se cuenta en mi familia es la del Metropolitan, cuando Rockefeller, que era un gran aficionado a la ópera y a la voz de José, compró todas las entradas porque quería ver él solo a Mardones. Cuando salió al escenario se sintió muy confuso, pensaba que nadie había querido ir a verle, aunque le explicaron que era todo lo contrario. Aún así, no le gustó aquello y se debió de quejar de que la acústica del teatro no era igual si estaba vacío”. Fueron años de gloria, hasta que decidió retirarse de este espacio y volver al otro lado del Atlántico, donde siguió ofreciendo recitales antes de fallecer en Madrid en 1932.
Con todo, aquí son pocos quienes saben de su privilegiada voz y significativa trayectoria. “A mí me sorprende todavía más cuando ves que sí le conocen fuera. Por ejemplo, yo tengo amigos argentinos que le conocen, no sólo porque vivió y actuó allí con éxito, sino porque además fue de las primeras personas que cantó y grabó el himno argentino”. De hecho, aunque Junco lo desconocen, algunas fuentes dicen que el alavés fue la primera persona que lo registró en un estudio de grabación estando ya en Estados Unidos.
“Siempre se ha hablado mucho de él en casa. Mi madre y mi abuela se refieren a él como el bisabuelo Mardones y cuando éramos pequeños nos ponían cintas”, rememora el tataranieto, que apunta que en la familia se puede rastrear “un perfil Mardones. De hecho, lo que siempre nos han dicho de él es que era un hombre alegre, muy, muy educado y cercano. Además, muy humilde a pesar de todo, del éxito y el reconocimiento que tenía. Bueno, y lo que nos han recalcado una y otra vez es que quería mucho a Fontecha y que cuando las obligaciones profesionales le dejaban, siempre tenía un hueco para volver”.
Una localidad donde Borja Junco estuvo cuando era muy pequeño. “Mi madre, aunque hace tiempo que no ha vuelto, sí que estuvo en más ocasiones y pudo conocer la casa donde José Mardones vivió”, comenta, mientras se recuerda a sí mismo cuando era niño y venía a Vitoria gracias a su afición al baloncesto (de hecho, fue jugador) y al Baskonia, haciéndose fotos en la calle dedicada a su tatarabuelo.
Ahora, aprovechando este 150 aniversario del nacimiento del intérprete, parece que diferentes voluntades, incluso sin conocerse, están confluyendo para que la sociedad alavesa no vea en José Mardones sólo una calle sino al que se llegó a calificar como el mejor bajo del mundo, al Hijo Adoptivo de Vitoria, Hijo Predilecto de Fontecha e Ilustre de Álava, un hombre y una voz que cruzaron fronteras e hicieron historia dentro de la música.