Vitoria - Las sorginak, las que crean, de Ibernalo -que es como se han bautizado así mismas- dejan hoy por la mañana la casa rural ubicada en Campezo. A lo largo de toda esta semana, esta decena de jóvenes de entre 13 y 17 años han convertido este lugar en un punto de encuentro para crear y hacerlo en euskera, aprendiendo de la experiencia de la bertsolari Oihane Perea, el músico Jon Basaguren, el actor Unai López de Armentia y la realizadora Maider Oleaga. La iniciativa Gazte Sortegiak cierra esta experiencia piloto encaminada a crear, a partir del próximo curso en Gasteiz, una escuela creativa, una iniciativa planteada como actividad extraescolar que se articule a través de sesiones semanales buscando generar momentos en los que los asistentes puedan desarrollar su impulso artístico a través del contacto con otros y en euskera, ofreciéndoles las herramientas y experiencias necesarias aportadas por quienes ya cuentan con trayectorias culturales consolidadas.

“La expectativa se ha cumplido por completo. Tanto las dos monitoras que estamos aquí como los artistas que han venido, nos marchamos muy contentos, con la sensación de que todo esto tiene sentido. Compartir así da sus frutos. El poder transmitir así tiene su sentido. Como primera experiencia de cara a aprender para la escuela ha sido muy positivo”, explica Ane Preduzo Redondo, una de las responsables de la apuesta, más allá de que será en próximas fechas cuando se hagan las valoraciones en profundidad por parte tanto de Oihaneder Euskararen Etxea como por Geu Elkartea, Arabako Bertsozale Elkartea, Mintzola Ahozko Lantegia, Topagunea y Arabagara, es decir, las entidades que sustentan el proyecto.

Bertso, música, teatro y audiovisual han sido los cuatro ejes con los que han trabajado estas diez mujeres procedentes tanto de Álava (la mayoría de Gasteiz, aunque también había participantes de Trokoniz y Mendiola) como de Bizkaia (en concreto, de Zornotza, Berango y Algorta). “Que en esta primera experiencia haya sido todo con mujeres, le ha dado un toque especial a lo que hemos vivido. Desde el primer día han estado muy unidas, como si se conocieran de toda la vida”, tanto que incluso han compuesto una canción, Gazte sorginkeriak.

A grandes rasgos, cada jornada ha tenido un esquema parecido, repartiendo entre la mañana y la tarde la disciplina que tocaba cada día. “Hemos tenido mucha suerte con la elección tanto de las áreas que queríamos tocar como, sobre todo, con los creadores que han venido porque se han implicado mucho, han sabido transmitir, nos han dado mucho. Y creo que ellos se han marchado con un punto de emoción, también”.

Todo ello en una casa rural Ibernalo que ha sido “un sitio muy inspirador. Es un regalo. El mirador es un balcón espectacular. Además, está muy apartado, estás como en la montaña, con aire limpio, sin casi ruido... nos ha dado una atmósfera más personal, lo que para hacer grupo ha sido muy interesante”, describe Preduzo Redondo sobre una convivencia que todas las participantes han sentido de manera intensa. Ahora, de todas formas, queda despedirse, evaluar y mirar a la futura creación de esa escuela, que no tardará mucho en definirse y ponerse en marcha. Todo con la idea de crear en común y en euskera.