Reunir a instrumentos e intérpretes vascos para ponerlos en valor y difundir sus características y aportaciones. En muy pocas palabras, con ese objetivo nació el proyecto Soinu-tresnak Euskal Herri musikan, que vio la luz por primera vez en 1985 y que tras alguna reedición posterior, en 2017 volvió a hacerse palpable, renovado y ampliado, a través de Elkar en formato de libro, Cd y DVD. Juan Mari Beltrán acude este jueves a Oihaneder Euskararen Etxea para desgranar sus novedades en una cita que arrancará a las 19.00 horas.

La charla se produce dentro de un ciclo destinado a favorecer y difundir las dantzas. ¿Cómo es Juan Mari Beltrán como dantzari?

-Juan Mari lo que ha sido siempre es un envidioso de los dantzaris (risas). Cuando con 11 años empecé a tocar en el quiosco de la banda de música de Etxarri Aranatz, me tocaba estar en la barandilla y pasaba una envidia enorme viendo a la gente bailar aunque yo estaba muy a gusto tocando. Este fin de semana, he estado también actuando en Oiartzun, con la plaza llena de gente, y seguí pasando la misma envidia. No he sido nunca dantzari. Lo justo un pasodoble y marcar un poquito un fandango o un arin arin, nada más.

Este jueves regresa a Gasteiz para hablar de un proyecto que en realidad arrancó y se materializó hace muchos años.

-Sí porque aunque la primera publicación fue en el 85, la parte más importante del trabajo se había hecho antes.

¿Por qué esta última reedición de 2017?

-En 2010 se hizo una primera reedición porque estábamos viendo que había una demanda constante de gente que, sobre todo, se dedicaba a la educación musical y que encontraba aquí un material que les parecía interesante. Al fin y al cabo, mostraba unos modelos muy vivos e interesantes de hacer música tradicional. Claro, en su momento tuvimos la suerte de contar con unos protagonistas de excepción: teníamos a mano a txistularis de la categoría de Maurizio Elizalde; o en Gasteiz pudimos contar con uno de los ejemplos más interesantes de los llamados txistularis urbanos como Felix Askaso; o con Pierre Caubet, que cantaba al estilo antiguo... Ahí tuvimos mucha suerte, al poder contar con esta gente. Eso ha hecho que a lo largo de los años se haya dado siempre demanda de este trabajo, que hemos ido respondiendo desde Soinuenea tanto con la reedición de 2010 como la de 2016, pero sin darle publicidad ni nada. Hasta que vino Elkar y nos comentó de hacer una reedición con más promoción y además en un formato distinto.

¿Es un trabajo que puede enganchar a las nuevas generaciones?

-De hecho, está enganchando a muchos. Este trabajo muestra unas formas de hacer música muy vivas, donde la interpretación va unida a la creación. Estos intérpretes, cada vez que tocan una pieza, le ponen algo nuevo. En un momento en el que en las escuelas lo que manda y dirige la música es la música escrita, que condiciona mucho esa parte de creatividad instantánea, ver estos ejemplos de hacer diferente es algo que me parece muy interesante. De hecho, a mí me ha servido en mi trayectoria. Es algo fresco, vivo, no es algo viejo. La música que hacen estos intérpretes es siempre algo nuevo. Y eso es algo que engancha a muchos jóvenes que quieren aprender. Ven el camino que nos han marcado los anteriores para seguir haciendo lo que ellos, aportando, y eso nos ofrecerá una música tradicional vasca siempre viva mañana.

¿Hay relevo de calidad?

-Ya lo creo. Hombre, siempre hay un poco de todo, pero también hay calidad. Tenemos txalapartaris, albokalaris, txistularis y dulzaineros de gran calidad, por ejemplo. Tenemos gente que nos asegura el relevo y además para bastante tiempo.

¿Cómo será la charla del jueves?

-Tenemos un tiempo limitado... porque si hablamos de todo el proyecto... (risas). Veremos algo del DVD, contaremos cómo surgió la idea, cómo arrancó, cómo se estancó... Hablaremos de los protagonistas y creo que no nos dará para más.

Cuando se publicó el trabajo en el 85 había hasta copia en cassette. La música ha cambiado mucho desde entonces, ¿o en esencia, es, más o menos, siempre lo mismo?

-Esto es un continuo cambio. Para poder seguir siendo lo mismo, hay que estar cambiando cada día. Eso es lo importante. Lo que se llama tradición, que es transmisión, es lo que tenemos que seguir haciendo. De lo que te ofrecen, recoges y lo haces tuyo, esperando que haya alguien que lo recoja después. En esas estamos. Como decía Artze, que se nos ha ido hace poco, el agua nueva viene de la fuente vieja, de esa tradición que no sabemos de dónde viene pero que cada día nos da agua nueva.