Vitoria - Ya mira a la próxima cita del programa Ondas de Jazz, que se producirá el 20 de febrero de la mano de Puri Santamaría Proyect Brasil, mientras despide una semana en la que el ciclo ha vuelto a grabar un nuevo disco solidario con la actuación de Joyful Gospel Choir en el Conservatorio Jesús Guridi. Eso sí, a Joseba Cabezas, máximo responsable de Jazzargia, le esperan nuevos planes tanto con respecto a esta reconocida apuesta como en otras iniciativas culturales.

¿Qué sintió en la entrega del premio de Euskal Herria Musika Bulegoa Elkartea?

-No me lo creía. Estaba al lado de Ruper Ordorika, que era otro de los galardonados, y estábamos como incrédulos, y algo nerviosos. Pero como te decía, no me lo creía y me pasó lo mismo cuando me llamaron para decirme que se iba a reconocer con este galardón a Jazzargia por Ondas de Jazz. Fue una gran noche en Musikene. Fuimos Pedro Tellería y Gustavo Muñoz, dos grandes compañeros en este viaje de la asociación, y mi mujer y mis hijas, y las sensaciones fueron inmejorables. Cuando nos dieron el reconocimiento, ver a la gente en el auditorio aplaudiendo en pie fue el gran momento. Jazzargia hace un humilde proyecto pedagógico y cultural por el que no esperas premios, sólo que al año siguiente puedas tener fondos para seguir adelante.

¿Dónde ha colocado el premio?

-Sobre el piano de casa, junto al corazón que simboliza el 25 aniversario de la Escuela Municipal de Música Luis Aramburu y que el centro nos entregó hace poco.

¿Qué cree que el galardón subraya de Ondas de Jazz?

-La forma de hacer. La idea puede ser más o menos novedosa, teniendo en cuenta que el proyecto está basado en lo que sucedía en los años 30 y 40 del siglo pasado, cuando las grandes emisoras de radio norteamericanas hacían algunos de sus programas contando con orquestas que tocaban en directo y en las que estaban algunos de los grandes nombres del jazz. Nuestra filosofía era esa pero para contar la historia del jazz. El día de la entrega del premio fue una jornada para detenernos y darnos cuenta de todo lo que ha pasado y hemos hecho en estos 12 años de Ondas de Jazz, que no sólo es plantear una programación sino también barrer, recoger, comprar agua, ir a buscar a los músicos... Creo que es un reconocimiento a una labor y a una forma de hacer. De hecho, en Musikene se nos acercó algún que otro concejal de Cultura tanto de Donostia como de otras localidades de Gipuzkoa para decirnos por qué no planteamos Ondas para el País Vasco, no sólo en Vitoria.

¿Una idea a tener en cuenta?

-Una idea más, por supuesto. Este premio nos ha permitido visibilizar más el proyecto a nivel del País Vasco. También nos ha dado que personas que habían desaparecido de nuestra escena, sobre todo políticos, hayan vuelto a ella. Eso sí, tengo que reconocer que la llamada o mensaje que más ilusión me hizo fue el de Miguel Martín, el director del Festival de Jazz de Donostia. Él no pudo estar en la gala pero me mandó un mensaje que decía: gran trabajo, premio más que merecido y estamos en contacto porque eres un grande. Lo tengo guardado. El Festival de Jazz de Vitoria hizo una mención en redes sociales y desde el certamen de Gexto me llamaron. Y se pusieron en contacto con nosotros muchos músicos como Carles Benavent, Chano Domínguez...

El galardón también conlleva un dinero.

-En concreto, 3.000 euros, aunque tienes que contar con las retenciones, que al ser Jazzargia una asociación, no las podemos recuperar, así que esa parte se la queda Hacienda. Pero vamos, el resto lo vamos a reinvertir en música. Por ejemplo, el 7 de marzo, dentro del convenio que tenemos con la escuela Luis Aramburu para generar riqueza a través de la música, vamos llevar a cabo un concierto exclusivo en este centro con Romain Pilon, que es el guitarrista habitual de Christian Scott, Gonzalo del Val (batería), Jon Urrutia (piano) e Iván San Miguel (contrabajo). Y también hemos usado parte del dinero para comprar una mampara para las baterías, que a veces nos dan problemas de acústica, sobre todo en la Catedral Santa María.

Son 12 ediciones de Ondas de Jazz, un camino ahora premiado y ¿con futuro o...?

-Sí. Hombre, el premio es para mí un punto de inflexión tras 12 años de trayectoria y hace que empiece a mirar a las próximas ediciones de otra forma. Me gustaría cambiar cosas. Es verdad que en 2019 nos viene año de elecciones forales y municipales, que es algo que nunca ayuda porque no sabes si el que llega va a querer seguir apostando o no, aunque Ondas de Jazz, en todo este tiempo, siempre ha contado con el respaldo de los equipos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento de Vitoria. Independientemente de eso, mi forma de pensar en el formato me obliga a hacer cambios. En los próximos dos o tres años creo que vamos a ver un cambio muy importante. Por ejemplo, internacionalizando parte del programa, sin entrar a competir con nadie, siempre con los pies en el suelo y sabiendo cuál es nuestro espacio. Así que creo que Ondas tiene futuro, más allá de que dependamos de otros desde un punto de vista económico. En estos momentos, el 60% de la financiación del proyecto viene de Jazzargia y el 40% del Ayuntamiento, pero de cara al año que viene, al margen de la colaboración con Laboral Kutxa, creo que vamos a ser capaces de abrir otras dos líneas de patrocinio importantes. De hecho, me gustaría que ese porcentaje de financiación llegase a ser 80-20.

¿Pero esos cambios afectarían a la voluntad pedagógica del ciclo?

-Al revés, incluso iríamos a más. En estos momentos, a una audición en el Conservatorio Jesús Guridi vienen, más o menos, unas 500 personas. A eso hay que sumar las, aproximadamente, 600 que ven más del 50% en Internet durante la emisión en streaming. Estamos hablando de que un martes a las 19.00 horas, entre unas cosas y otras, reunimos a unas 1.100 personas. Es un número al que hay que tenerle respeto. Esto nos debe permitir ahondar en la fórmula de relación entre el público y el músico. Así empezamos, lo que pasa es que con los años fuimos recortando este aspecto por falta de tiempo. Pero tenemos que retomar ese contacto, que los espectadores puedan acercarse más, preguntar... Es la esencia de Ondas y la tenemos que retomar.

Hablaba antes de las instituciones y de esa dependencia, cada año, de los presupuestos que vienen, en su caso, del Ayuntamiento de Vitoria. ¿Herramientas como los planes estratégicos de cultura, no deberían solventar este tipo de situaciones, no se debería pensar a medio y largo plazo con las aportaciones económicas que hacen las administraciones?

-Creo que sí. Primero, habría que hacer un análisis en profundidad. En las instituciones en general hace falta valentía con la cultura. El político sigue sin creer en la cultura, a pesar de las declaraciones que pueda hacer en un momento dado sobre la necesidad, por ejemplo, de crear industria y generar empresa cultural. Si de verdad creyesen en eso, ya hay medidas encima de la mesa que se podían haber adoptado. Yo las he propuesto en ocasiones, sobre todo pensando no en que la administración ponga dinero, sino en que acompañe. Esa es la palabra clave, acompañar. La valentía del político se demuestra si dice: el presupuesto de cultura va a ser éste y no vamos a quitar ni un céntimo, y lo vamos a emplear en esto, lo otro y lo de más allá. En Vitoria hay gente que hace cultura en mayúsculas que no es valorada. Hay proyectos que se pueden hacer aquí que son muy importantes y es necesario apostar por ellos. También porque para que te miren desde fuera, para que hablen de Vitoria, necesitas que los vitorianos creamos en lo nuestro. Eso es complicado de conseguir si el político no cree, porque esa sensación se termina transmitiendo al resto de la ciudadanía. Nos tenemos que creer a nosotros mismos.

Más allá de Ondas, Jazzargia empezó en 2017 una nueva relación con la Catedral Santa María que parece que va a tener continuidad en 2018.

-En este caso, la Catedral Santa María nos pidió ayuda porque se fiaba de nuestros criterios culturales. Y el resultado ha sido que hemos llenado todos los conciertos, siendo de pago. Con la experiencia vivida ya estamos pensando en este año y en introducir algunos cambios. En 2017, por ejemplo, nos encontramos con visitantes que acudían a la visita y al ver que había concierto, también compraban entrada. Así que estamos mirando cómo ofrecer paquetes conjuntos.

¿Y hacer más conciertos?

-No tanto hacer más actuaciones como ampliar fechas. Además, no acabar en octubre, que en el pórtico hace mucho frío, y adelantar el arranque de los conciertos a mayo. Estamos decidiendo ahora con qué presupuesto se va a poder contar, sobre todo porque dos de las fechas van a ser con artistas internacionales. Tenemos casi cerrados a Dominic Miller con su trío y a Susana Baca, es decir, dos grandes nombres que, además, sólo actuarían en Vitoria dentro del País Vasco. ¿Para 200 localidades en la Catedral? Pues sí. ¿Podemos hacer algo fuera? Me encantaría. De hecho, alguna actividad exterior vamos a hacer de cara a julio. Este proyecto es otra forma de pensar en cómo atraer a la Almendra Medieval a la gente de nuestra ciudad. La Catedral Santa María es la joya más importante que tenemos. Hay que cuidarla y apoyarla en todos los sentidos. Culturalmente también. Además, creo que el templo debería liderar, de alguna forma, el proyecto cultural del Casco. Están el Bibat, Artium, Montehermoso... deberíamos ser capaces de que todas las semanas hubiera un flujo constante de gente de la ciudad subiendo y bajando de la Almendra. Eso haría que se revitalizase parte del comercio y de la hostelería. Si no haces que nuestra propia gente suba, ¿cómo quieres revitalizar el Casco? ¿Con turismo? En Vitoria tienen que pasar cosas y la Catedral está apostando por eso. Y en ese camino, nos han llamado y nosotros queremos trabajar con ellos. De hecho, Jazzargia puede y debe aportar a la ciudad más de lo que hace hasta ahora. Por ejemplo, creo que podríamos hacer un concurso de grupos de jazz en julio en la plaza Santa María al que acudiesen las bandas de fin de carrera de los conservatorios superiores del País Vasco y Navarra, formaciones que pudiesen tocar y con las que establecer un certamen cuyo premio pudiera tener una dotación económica y la posibilidad de grabar un disco.

Pero son planes o realidades más que posibles en breve.

-Espero que salga todo.