David Heras recuerda cuando los directores Jon Garaño y Aitor Arregi le llamaron para decirle que querían hacer una película de un gigante... pero no tenían gigante. Una propuesta que a muchos le hubiera resultado, al menos, extraña, pero para este especialista de efectos especiales le pareció lo más normal del mundo. “Si no hay gigante, lo creamos”, se propuso.
El cine tiene el poder de hacer verdadero lo que no lo es. Más de 35 personas han trabajado, supervisadas por Heras, de la empresa USER T38, en los más de 450 planos que han necesitado efectos especiales para convertir Handia en una de las más ambiciosas películas realizadas en euskera, galardonada en el pasado Festival de Donostia con el Premio Especial del Jurado. El largometraje, de Moriarti Produkzioak, ha superado todas las expectativas y se ha revelado como la película euskaldun más vista y taquillera cosechando premios allá por donde pasa. Además, la fábula del gigante guipuzcoano parte como favorita a los Goya con 13 nominaciones, entre los que se incluye la categoría de Mejores efectos especiales.
“En esta edición a los Goya, estoy nominado por partida doble, por Handia, rodada en euskera, y por Verónica, en catalán. No me lo creo. Es fantástico”, explica David Heras, que comparte nominación en la película vasca junto con Jon Serrano.
Hacer crecer al personaje “En otras películas, los gigantes aparecen unos minutos, no todo el rato. En cambio en Handia el protagonista es el gigante, todo un reto. Al final, ha sido un cúmulo de efectos hechos en rodaje y otros especiales, realizados en posproducción”, explica este especialista.
Con aroma de gran relato, el filme se inspira en la historia real de Mikel Jokin Eleizegi, el Gigante de Altzo, celebridad de la Gipuzkoa del siglo XIX que recorrió el mundo exhibiendo su espectacular figura, pues debido a una enfermedad llegó a medir 2,40 m y a pesar más de 200 Kg. “Desde el punto de vista técnico no fue un trabajo complicado, pero sí laborioso; nos llevó muchas horas de preparación. Estuvimos durante todo el rodaje junto con Garaño y Arregi, para medir la luz, para sacar fotos, para ver lo que se podía hacer técnicamente, supervisando para cuando llegásemos al estudio todo estuviera hilado y pudiéramos trabajar sobre seguro... Jon Garaño y Aitor Arregi son unos directores muy precisos, hasta que no tienen todo muy claro no ruedan”, asegura.
¿Y cómo se consiguió hacer crecer a Eneko Sagardoy? “Eneko mide 1.84 y había que encajarlo en el cuerpo de un hombre de 2.40 metros. Le construimos un cuerpo con unas alzas para que fuera más alto. Pero el problema que tiene la gente que sufre acromegalia es que crece de forma desproporcionada. Cuando él estaba encima de los zancos, le hicimos crecer la cabeza. Algunas escenas se han rodado también con un ciudadano argelino que reside desde hace años en Barcelona, Saad Kaiche, que mide 2,32 metros de altura. Sustituimos la cabeza de Saad por la de Eneko, algo parecido a lo que se hizo con Brad Pitt, en El curioso caso de Benjamin Button. Usando una versión animada y modificada por computadora, interpreta él todo el tiempo la película, al menos del cuello para arriba. No hay un anciano de un metro de altura que se parece mucho a Brad o un niño de 12 años de edad. Todos son versiones de Brad con efectos de luz, sombras, texturas, etc. Igual ocurre con Eneko, siempre es él en la película. Hicimos la cabeza en 3 D y la insertamos en el cuerpo de Saad”.
Relata este especialista que otra de las facetas del trabajo que han tenido que realizar es borrar elementos anacrónicos, reconstruir edificios para dejarlos tal y como se verían en esa época, se han retocado imágenes del caserío de Altzo, donde nació Eleizegi... “He visto la película más de 150 veces para que hubiera continuidad en los planos, para evitar que los espectadores noten los efectos especiales. Hay que hacer una posproducción invisible, todo tiene que estar perfecto para que tu trabajo no se note”, explica David Heras.
cinéfilo e informático La industria del cine ha pasado de acomodar la cámara en distintos ángulos, usar maquetas, superposición de luces y trucos analógicos, a la creación de personajes en 3D. Hace tiempo, todos los efectos visuales requerían un gran trabajo manual. Los productores de películas tenían un conjunto de trucos analógicos, como pintar fondos sobre cristal o colocar a los actores de forma ingeniosa en la escena.
Luego retocaban las imágenes con color para eliminar objetos no deseados. Hubo que esperar a 1973 para que aparecieron las primeras imágenes generadas por ordenador.
David Heras confiesa que siempre había querido dedicarse a esta profesión, pero que cuando él empezó a estudiar todavía no se podían impartir estas enseñanzas en Euskadi. “Mi fascinación por el cine y los efectos especiales comenzaron cuando era un niño y fui a ver Regreso al futuro. Me quedé muy loco, no sabía cómo se hacía eso, pero lo quería descubrir. Como no había una formación en efectos especiales aquí, me pareció que lo mejor era estudiar informática. Estudie diseño y multimedia y luego fui de la primera generación que asistió a una de las escuelas de 3 D en Donostia. Más tarde me fui a Madrid a hacer publicidad”.
A partir de ahí, unió su experiencia en la técnica a su amor por el cine en numerosos cortos, antes de pasar a supervisar efectos especiales en largometrajes. Entre los que llevan su sello, está Gernika, de Koldo Serra, que relata una historia de amor grabada en inglés con reparto internacional enmarcada en el bombardeo que sufrió la villa en 1937. En ella, todos los aviones han sido recreados gráficamente en 3D. Los especialistas en efectos especiales tuvieron que enfrentarse a la complejidad de las medidas de las casas de la época, para lo que utilizaron medidores láser.
“Afortunadamente, los directores y productores cada vez son más conscientes de la importancia que tienen los efectos especiales en las películas. Muestra de ello son algunas de las últimas producciones vascas, como Gernika y Handia. Se ha destinado una partida normalizada a estos aspectos y con estos recursos te permite hacer cosas que cumplen tus expectativas. Esto se nota en el producto final”, señala.
David Heras ha supervisado también posproducción de Errementari, del director Paul Urkijo, “una película que dará mucho que hablar. Es una producción más pequeña que Handia, pero es fantástica. Transporta al espectador al religioso mundo rural de Euskadi del siglo XIX, demonios incluidos. Hay en torno a 650 planos que se han trabajado con efectos especiales. Es una cinta muy valiente y el director es un talentazo”.