Vitoria - Aunque el calendario parezca decir que ha pasado un año desde la finalización de la quinta edición del Aitzina Folk, en realidad fue hace una semana cuando el festival solidario puso el broche desde el Principal, que se quedó pequeño para dejarse llevar por los sonidos de Benito Lertxundi. “Uno de los mejores recuerdos que me voy a llevar de esta vez es la conversación que tuve con él”, apunta, desde el ámbito de lo personal, Patxi Villén, máximo responsable de este evento cuya recaudación se destina a la investigación de la ataxia telangiectasia, una enfermedad de las llamadas raras con la que en el Estado conviven una treintena de personas, entre ellas el joven gasteiztarra Jon.

En este sentido, el director del festival destaca que aunque todavía hay que cerrar el balance económico, “ésta ha sido la edición en la que más dinero se ha recaudado a través de la Fila 0”, una vía que sigue abierta de manera ininterrumpida (Laboral Kutxa 3035 0228 96 2280099996). En paralelo, Aefat, la asociación que agrupa a las familias afectadas por esta enfermedad en el Estado y de cuya junta directiva Villén es presidente, sigue trabajando -también gracias al dinero que se obtiene en el certamen- en el apoyo de proyectos de investigación y en la edición de guías médicas. Además, “esta misma semana hemos recibido un mail de la asociación americana diciéndonos que se va a empezar a probar en personas afectadas una terapia génica, que es algo que no había pasado hasta ahora. Es una noticia muy interesante que tenemos que seguir muy atentos”.

Los sonidos Esa faz solidaria del Aitzina se completa, cómo no, con la musical. Y aquí el máximo responsable del evento reconoce que la quinta edición ha dejado “un buen sabor de boca”, más allá de que también apueste por abrir espacios para la reflexión sobre determinados aspectos. De hecho, aunque la asistencia, en general, ha sido similar a la del año pasado, la organización se ha encontrado con algún concierto del que esperaba más en cuanto a la presencia del público, como sucedió con el recital de los suecos Väsen. “Sabemos que son músicas y grupos que si la gente los escucha, gustan mucho. Pero aquí son formaciones que tienen poco nombre y no se rompe esa barrera. Dependemos todavía demasiado del nombre del artista para el tirón de taquilla. Tenemos que conseguir que la gente se fíe del festiva, de nuestro criterio. Por eso, tenemos que hacer más labor de difusión del certamen y de este tipo de músicas para que la gente de Vitoria se anime a venir”.

De hecho, de cara a la sexta entrega del evento, éste señala la comunicación como uno de los dos grandes retos en los que es necesario trabajar de manera intensa. El otro pasa por sumar a más patrocinadores privados tanto de Álava como de otras provincias cercanas.

Al margen de estas reflexiones, y del hecho de que “la calidad musical del cartel nos ha dejado muy contentos”, el festival valora de manera importante tanto el afianzamiento de los talleres (“han tenido muy buena respuesta”) como la segunda edición del encuentro de escuelas de música, que esta vez ha contado con la participación de centros de Amurrio, Agurain, Dulantzi y Gasteiz. “Tenemos que seguir ajustando algunos detalles pero es una fórmula que está resultando muy interesante, que nos está ayudando, además, a reunir a gente de distintas edades en torno a la música. Es más, sabemos que está incluso naciendo algún grupo gracias a esta reunión”.

Estas y otras consideraciones se tratarán en una semana y media durante la reunión que mantendrán los responsables del festival para culminar lo vivido en 2017 y mirar a 2018. En el primer caso, cabe recordar que la huella de la quinta edición seguirá presente en Internet gracias al espacio que el Aitzina ha abierto en su web con entrevistas específicas a las mujeres que han formado esta vez parte del cartel, una apuesta por visibilizar a las intérpretes que es probable que se mantenga en el futuro.

En el segundo, ya se tienen “en la cabeza varios grupos, sobre todo porque son bandas que acaban de sacar disco y eso es algo que queremos promover, el festival como plataforma para dar a conocer los nuevos trabajos de los músicos”. Eso ha sucedido esta vez con los gasteiztarras Kolme Katu, con la particularidad, además, “de que han presentado un disco compuesto solo por temas originales y propios, que no es tan común en el folk”.