Lo decía un creador alavés de largo recorrido hace pocas fechas en una conversación entre colegas: el enfermo sigue en planta, estable dentro de la gravedad. Se refería así al sector cultural de un territorio que cierra este 2017 a la espera no sólo de ver la luz al final del túnel, sino, sobre todo, de alcanzarla. La crisis económica, sus consecuencias y la tierra quemada que se ha dejado utilizando el contexto monetario como excusa, siguen lastrando un panorama que, en teoría, sí presenta dos novedades importantes. La Diputación alavesa y el Ayuntamiento de Gasteiz cierran estos doce últimos meses con sus respectivos planes estratégicos culturales haciéndose carne, más allá de que permanezcan las dudas sobre su financiación, su seguimiento y su gestión, compartida o no con la parte privada.
La cuestión no deja de ser importante puesto que, aunque es la primera vez que la provincia y su capital cuentan con unas herramientas de este tipo, son unas cuantas las voces del sector -y varias se han expresado de manera pública- que no terminan de ver que las intenciones escritas en el papel se vayan a convertir en realidades llevadas a la práctica. Además, el concepto de la codecisión se vislumbra como el gran caballo de batalla en un 2018 que debería servir para retratar a las instituciones más cercanas antes de que en 2019 todo tenga ya sabor electoral.
Sin abandonar las administraciones -más allá de las pérdidas de tiempo políticas y mediáticas sobre determinadas cuestiones como, por ejemplo, dónde ubicar un centro dedicado a Alberto Schommer cuando no se gestionan sus fondos ni se ha llegado a un acuerdo con quien sí ostenta los derechos de la producción fotográfica que no está en colecciones públicas y privadas-, el territorio tiene otro reto que este 2017 no ha terminado de concretar a juicio de muchos agentes culturales locales: la implicación del Gobierno Vasco, y no sólo desde un punto de vista económico, en el desarrollo del territorio. Más allá de las opiniones de unos y de otros, será interesante ver, en este nuevo año, cómo se concretan determinados pasos anunciados, como la inversión de partidas específicas para la provincia o la entrada de manera definitiva en la gestión de infraestructuras educativas como el Conservatorio de Danza José Uruñuela, por citar algunos casos.
Por fortuna, eso sí, lo que hacen o no las instituciones es sólo una parte del escenario global. A pesar de todo, este 2017 se cierra con apuestas nuevas que se han puesto en marcha a diferentes niveles y que demuestra que todavía, como cantaba Potato, hay quien resiste. Han nacido ARTgia y DanzÁlava en los campos del arte contemporáneo y la danza actual, se han puesto en marcha certámenes musicales como el Mendialdea Music Festival o el Lapuebla Rock, se ha reconocido el trabajo de creadores como Ainhoa Santamaría (Max a la Mejor Actriz de Reparto), Daniel Apodaka (Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM), Josu Izarra (Mejor Fotógrafo del Año según la Federación Española de Profesionales de Fotografía y de la Imagen), Azala (Gure Artea), Ondas de Jazz (Musika Bulegoa Saria) y Errementari (Premio del Público al mejor largometraje en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia)..., y se han podido compartir los aniversarios, entre otros proyectos culturales de diversa índole, de Joselu Anayak y Coro Samaniego (40 años), TMEO (30), Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Álava y Escuela Municipal de Música Luis Aramburu (25), Ahots-Argiak y Montehermoso (20), Artium y Titereando (15) e Inmersiones (10). Ahora bien, cuidado en 2018 porque los cumpleaños también van a ser unos cuantos e importantes, como el centenario del Principal y el medio siglo del Coro Araba y la Escolanía Samaniego, sin olvidar las 25 velas que soplará el Festival de Teatro de Humor de Araia.
Estas fechas redondas, al igual que las cifras de asistencia de Mazoka, el crecimiento de inTACTO, la continuidad de KunArte, el cambio en cuanto al formato del Gasteiz Calling, las intervenciones artísticas internacionales en Errekaleor... son solo algunos indicativos más de que el enfermo lucha cada día, y lo seguirá haciendo en 2018, por dejar de estarlo. Es hora de abandonar el hospital, pero eso sólo va a pasar con la ayuda de todos.