Desde primera hora de la mañana, Durango albergó ayer toda una peregrinación masiva de mochilas que invadieron indisimuladamente el Landako Gunea. No se trataba de un grupo desorientado de aventureros en busca del Camino de Santiago, sino de una abundante representación de estudiantes vascos que aprovecharon el Ikasle Eguna para explorar las múltiples alternativas que oferta la Azoka también para ellos. Un simple vistazo a la larga cola de autobuses escolares que se sucedían uno tras otro en las inmediaciones del pabellón servía para augurar una jornada protagonizada por un perfil marcadamente joven. Los vaticinios iniciales se cumplieron, aunque el día dedicado preferentemente a los alumnos resultó algo más descafeinado que de costumbre por la coincidencia del puente entre las festividades del miércoles y de hoy. Aun así, muchos centros de toda Euskal Herria se dieron cita en la localidad vizcaina para no perder una inigualable ocasión de sumergirse de lleno en la cultura vasca.

Tanto profesores como estudiantes llenaron paulatinamente los pasillos y los estands de la feria, si bien muchos jóvenes se mostraban reticentes a efectuar compras. Los alumnos del instituto Artaza Romo de Leioa fueron de los más madrugadores. De hecho, para cuando aterrizaron en el Landako Gunea ya arrastraban unas cuantas horas en pie. “Acabamos de llegar aquí, pero antes ya hemos estado haciendo una especie de ibilaldi por los alrededores para que conozcan Durango. Muchos no habían estado nunca y así por lo menos ven algo más que la feria”, explicaba a DEIA Izaskun Atela, docente del centro leiotarra.

Aunque la excursión a la Azoka les libraba de tener que ir a clase, sus profesores les guardaban una sorpresa que, a la vista de sus caras, no les hizo mucha ilusión. A las puertas del pabellón, recibieron una ficha llena de preguntas que debían completar a lo largo de la mañana. Para ello, tenían que activar su olfato y rastrear entre los 240 estands con el fin de localizar a algunos de los artistas que visitaban ayer la feria. Los profesores hicieron una llamada casi a la desesperada para evitar que se copiaran entre ellos, pero la advertencia pareció caer en saco roto solo unos segundos más tarde. Algunos de sus pupilos hacían gala de su picaresca al organizarse en varios grupos para terminar cuanto antes y disponer así de más tiempo libre. “¿Lo hacemos juntos?”, se proponían los unos a los otros.

Al ser alumnos de Bachillerato, tenían vía libre para moverse a sus anchas por las instalaciones hasta la hora de la comida. Pero en el Ikasle Eguna también había hueco para otros escolares más pequeños que precisan de un mayor control. Es el caso de un grupo procedente de la ikastola Arangoiti de Irunberri, de entre 3º y 6º de Educación Primaria. Antes de entrar al pabellón, sus profesores creaban grupos inseparables para esquivar imprevistos. En todo caso, los maisus y las andereños permanecían cada 30 minutos en el punto de información de la Azoka por si en alguno de esos equipos surgiera cualquier problema.

El viaje en autobús desde el municipio navarro supera las dos horas, pero, según indicaba la profesora Nora Uribetxebarria, “el esfuerzo merece la pena porque si no, habría muchos niños que no vendrían por otra vía”. Antes de realizar la esperada excursión, los escolares ya se habían familiarizado en clase con algunos de los escritores e ilustradores que pasan estos días por la Azoka. Ayer tuvieron la oportunidad de conocer a algunos de ellos. Además, posteriormente podían realizar alguna adquisición con el dinero que les habían dado sus padres antes de salir de casa. “La mayoría suele comprar libros, aunque también hay algunos que prefieren los discos. Nosotros les empujamos más hacia los libros para trabajar en clase el hábito de la lectura”, subrayaba la andereño.

Otro grupo que venía de lejos era el del colegio de secundaria Pierres Larzabal de Ziburu. Comandados por su maestro de Historia y Geografía, Xan Berasategi, algunos de los 60 alumnos procedentes de Iparralde indagaban entre varios títulos en euskera. En su caso, la visita a la Azoka era el colofón a un viaje de tres días por Hegoalde en el que se han hospedado en Bilbao.

IMPULSAR EL USO DEL EUSKERA La Feria de Durango también es una excelente oportunidad para empujar a los estudiantes a utilizar el euskera fuera de las aulas. Precisamente ese era el objetivo que se marcaban para la jornada de ayer desde el centro Eretza Berri de Sodupe. Además de explorar la diversidad de productos que ofrecen los puestos, los alumnos también debían completar unas encuestas para sondear los hábitos lingüísticos de compañeros de otros colegios y compararlos con los suyos, algo que a más de uno le daba vergüenza. Tanto es así que bromeaban con su profesora Argi como si esta fuera una desconocida a la que poder preguntar. “En una comarca como Enkarterri, el uso del euskera se limita casi exclusivamente a las clases. Al venir aquí tienen la oportunidad de ver por sí solos que es un idioma rico y que vivir en euskera merece la pena”, apostillaba la docente.