Vitoria - Hace un par de veranos, tras un viaje familiar a Sevilla y Córdoba, a Txabi Arnal le rondaba en la cabeza una idea para una nueva historia, una imagen que estaba protagonizada por una ardilla sevillana que trepaba a la copa de un árbol con una guitarra al hombro para ofrecerle al sol una actuación soberbia. Pero no sabía cómo desarrollarla, hasta que un día, conduciendo por el puerto de Herrera camino de Laguardia “me vino el fogonazo. Siempre llevo papel y lápiz encima. Me detuve y tomé las notas necesarias. De hecho, el esqueleto del cuento lo hice en un rato, sentado en el balcón de Rioja Alavesa. Luego proseguí el viaje”, apunta el escritor y profesor de Magisterio de la UPV.
Así nació ¡Olé! (La Guarida Ediciones), la nueva publicación firmada por el autor, que en esta ocasión se ha unido con el ilustrador Miguel Cerro. “Fue a propuesta del editor. Conocía algo de su obra y la verdad es que me ha parecido una elección acertada, más allá de que hubiese otras”. Entre ambos han construido el mundo de este pequeño animal empeñado en hacer todo lo posible por dar un buen concierto al astro. “La ardilla mira a lo realmente importante, que en su caso es el sol. Y está agradecida. No le hacemos ningún caso a eso que es tan importante para nosotros todos los días. Nos levantamos, salimos a todo correr a trabajar y no nos detenemos en lo que es significativo de verdad. Ella sí. Es más, le reconoce de tal modo su importancia al sol que piensa que todo lo que pueda hacer es poco, por eso busca la ayuda de otros. Y entre todos consiguen hacerlo. De alguna manera, también estamos hablando de la necesidad de colaborar”, apunta Arnal.
En ese contexto, el escritor juega con los lectores haciendo que la narración del álbum tenga una estructura acumulativa, es decir, que en una misma situación se van sumando personajes, cada uno de los cuales aporta algo nuevo cuando aparece. “Es un libro para leer a partir de 3 o 4 años, una obra para compartir”, comenta, al tiempo que subraya que “la literatura hay que compartirla. Eso de que los niños se harán lectores si ven leer en casa, no me lo creo. Si quieres despertar la afición por la lectura, tienes que compartir. Los álbumes como éste son una excusa perfecta, por su ritmo pausado y por las ilustraciones”.
En ese sentido, el autor describe que “cuando sacas obras de este tipo, te lo agradecen porque en este mundo ya hay mucha gente que empieza a estar cansada de libros para... Ya va siendo hora de que cambiemos la tendencia, que dejemos de pensar en la literatura infantil bajo un perspectiva didáctica. Vamos a hacer literatura para niños, para que disfruten leyendo. Son lectores de presente, no de futuro. Y tienen personalidad propia, igual a la que debiera tener la literatura infantil, aunque se la hemos quitado. Es terrible. Va a nacer un hermanito y quiero un libro para..., o con el tema de los refugiados quiero un libro para... La literatura infantil no está para sustituir a las explicaciones que tenemos que dar los adultos a los niños. La literatura infantil está para el goce, para el disfrute”.