Vitoria - En los últimos años y por distintas razones -también la crisis económica ha tenido su peso- el género del documental ha vuelto a resurgir con mucha fuerza aunque su llegada a los circuitos comerciales esté muy lejos de ser, ni siquiera, mínimamente aceptable. Aún así, a través de otras vías al margen de ésta, títulos sobre muy distintas temáticas (tanto largometrajes como, aunque sea en menor medida, cortos) han proliferado y encontrado en algunas ocasiones eco entre los medios y el gran público. Ese aumento de la producción se ha notado, y mucho, en la ya veterana Semana de Cine Vasco, que hace tres años decidió abrir un certamen paralelo -también organizado por Fundación Vital- para tratar como se merece y con una voz propia a esta parte fundamental del séptimo arte.
Así nació la Semana de Cine Documental Vasco, que entre este lunes y el próximo sábado ofrecerá al público seis proyecciones, todas ellas acompañadas por encuentros con sus responsables. Las citas se producirán a las 20.00 horas en el Aula Fundación Vital (espacio ubicado en Dendaraba), siendo la entrada gratuita hasta completar el aforo.
El certamen arrancará este 23 con Baskavigin, la matanza de los balleneros vascos, del realizador Aitor Aspe, donde se retrocede hasta junio de 1615 cuando 86 balleneros vascos, capitaneados por Martín de Villafranca, Pedro de Aguirre y Esteban de Tellería, navegaron hasta las frías aguas del norte de Islandia, donde acabaron protagonizando el episodio más negro de la historia del país.
El martes se verá El último verano, de Leire Apellániz, película que muestra cómo cada noche de verano, en algunos pequeños pueblos alejados de las capitales, autóctonos y veraneantes se acercan a las plazas para vivir la experiencia de asistir a una proyección de cine al aire libre. Para que este evento sea posible hay personas que trabajan sin descanso en jornadas que pueden ser las últimas, ya que el formato fotoquímico tradicional está desapareciendo a favor del cine digital.
En lo que respecta al miércoles, se visionará Voces de papel, de Estíbaliz Urresola. En este caso, se cuenta cómo París es la ciudad que mejor representa el exilio sufrido por José Antonio Agirre, y es allí donde se ubica este documental.
Ya el jueves, la Semana cruzará su camino con el Azkena Rock Festival ya que será el momento de volver a ver Rocknrollers, de un Juanma Bajo Ulloa que ya está mirando a su próximo proyecto de ficción, Baby. “Soy mejor espectador de documentales; además, muchas películas me aburren”, apuntó ayer el realizador vitoriano en la presentación de la Semana. “A veces es difícil catalogar a algunas películas de ficción en la cultura, pero el documental -señaló-, sí que es normalmente cultura porque relata historias humanas y apasionadas que están conectadas con la historia de un país o de un pueblo”, más allá de que “la cultura es un ámbito en el que cada vez la gente está menos interesada, lo que provoca que los documentales no sean rentables ni se puedan ver en salas comerciales”.
Por su parte, el viernes será el momento de Pedaló, de Juan Palacios. En él, un cineasta principiante sigue los pasos de tres amigos en un surrealista viaje náutico. A bordo de un pedaló de segunda mano, se proponen navegar 150 kilómetros partiendo de la costa vasca. Conforme va documentando la expedición de estos tres marineros, el director se sumergirá en un viaje paralelo.
El broche llegará el 28 con En tránsito, de Oskar Tejedor. La cinta aborda las realidades de miles de madres latinoamericanas que viajan solas a Europa para encontrar una estabilidad económica, y las consecuencias de esa relación transnacional a la distancia que establecen con sus hijos.