Sí, ayer fue el día. Seguramente el día en mayúsculas de la 65ª edición del Zinemaldia. Cuando la ciudad se recuperaba del efecto Handia, otro gigante llegaba a Donostia. Con un día de retraso, Arnold Schwarzenegger -“Arnold”, “Chuachenager” o “Chuache” para los acérrimos fans que le gritaron ayer- por fin pisó suelo donostiarra para presentar el documental al que presta su voz Wonders of the sea 3D.
Y precisamente de él únicamente tenía pensado hablar Schwarzenegger: “No quiero decir nada de política porque diga lo que diga va a ser el titular mañana -por hoy- y quiero que sea la fiesta visual que es este documental”.
Wonders of the sea 3D es una llamada a la protección del medio ambiente a través de un viaje por el océano. Rodado con lo último en tecnología, el documental sumerge al espectador en todos los secretos del mar gracias a la codirección de Jean-Michel Cousteau y Jean-Jacques Mantello.
A pesar de que los dos realizadores han venido a Donostia, todos los focos apuntaban casi en exclusiva a una única persona. La sala de prensa del Kursaal estaba a reventar, los medios gráficos esperaban en doble fila la entrada de Schwarzenegger. Con un poco de retraso de lo previsto, las puertas se abrian y Schwarzenegger llegaba. Por fin. Ovación.
“Hemos demostrado que el modelo de California, que ayuda al medio ambiente es el que funciona”, decía el actor, mostrando desde el minuto uno que venía con la lección aprendida. “Todo el mundo habla del cambio climático, pero hay mucho más”, comentó el exgobernador de Califonia: “Los combustibles fósiles matan a siete millones de personas al año, hay que eliminarlos”.
Pero un momento, ¿desde cuándo Schwarzenegger es ecologista? “Me crié en Austria, por lo que siempre he tenido conciencia sobre el medio ambiente, pero es verdad que cuando me convertí en Gobernador empecé a aprender más”, respondió el actor.
“El medio ambiente no debería ser una cuestión política, tiene que ir mucho más que eso”, remalcaba serio. Nueva ovación.
el siglo del medio ambiente Los minutos pasaban y Arnold seguía siendo el protagonista. Hasta el momento en el cual él mismo decidió dejar de serlo. Mucho más risueño comenzó a preguntar a los demás miembros de la mesa.
El primero en responderle fue Jean-Michel Cousteau, hijo del renombrado explorador francés Jacques-Yves Cousteau, y del que casualmente un biopic suyo, Cousteau, clausuró el Zinemaldia el pasado año. “Solo hay un océano y tenemos que cuidar de él”, comentó ataviado con una corbata con delfines dibujados: “Es hora de olvidarnos de fronteras, razas o religiones y empezar a cuidar de lo que dependemos. Somos la única especie del planeta que tiene en sus manos no desaparecer”.
Turno para el protagonista. Schwarzenegger ahora pregunta al otro director, Jean-Jeacques Mantello, y al director de fotografía, Gavin McKinney. Otra ovación.
“El siglo XX fue un desastre para el medio ambiente; el XXI tendrá que ser, por lo tanto, su siglo”, advirtió el codirector: “O sino no habrá un XXII”. Mientras que McKinney habló de las dificultades a la hora de rodar bajo el mar: “Pasaba horas grabando y nueva de cada diez veces no pasaba nada, pero lo que se conseguía a la décima hacía que valiese la pena todo lo demás”, relató McKinney.
Halago a la prensa La rueda de prensa continuaba y Arnold tenía que hacer muchas cosas en su día, entre ellas presentar el documental en el Victoria Eugenia, así que iba llegando el momento de la despedida. Y con sorpresa, Schwarzenegger lo hizo halagando a la prensa.
“Cada vez que he hecho una película, ha estado ahí dando voz a lo que hacía. Algunas veces aplaudiendo y otras veces no; lo que estaba bien porque algunas películas que he hecho son para tirarlas por el retrete. Y luego igual cuando fui gobernador. Ahora, con este documental espero que se repita y que se hable de ella por todo el mundo”, concluyó Schwarzenegger. Gran ovación y sayonara.
Hoy. Principe 7 (18.15)