Aunque un servidor no es teísta, hay una sentencia recogida en la Biblia de la que el menda se declara fan incondicional: “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra”, dice Lucas, el evangelista, (4:24) que declara el mismísimo Jesucristo. Parece ser que el profeta por excelencia no gustaba de predicar en su territorio pues por ser oriundo de la zona sus convecinos no le hacían ni caso. De ahí proviene el socorrido refrán nadie es profeta en su tierra. El que esto suscribe, añadiría, además, que si esa tierra citada es Gasteiz, el susodicho refrán se convierte en máxima. Tenemos el caso de Artium, que fuera de los altos muros de nuestra ciudad es reconocido como un espacio ejemplar dedicado al arte y a la cultura. Hace unos meses, por ejemplo, leíamos en el ABC lo siguiente: “Artium, en Vitoria, ha conseguido en esta década y media posicionarse como centro de referencia nacional, sin artificios ni desmesuras, logrando que la ciudad en la que se asienta tenga un modelo sostenible de actividad cultural cuidado, de calidad y plural”. Y continuaba: “Equilibrar los programas, tanto a nivel presupuestario como de interés para los diversos públicos, ha hecho que Artium se haya convertido en una rara avis de nuestra geografía, y que se haya mantenido en pie ante una situación nada idílica para los grandes centros de los años 2000.” Y así, verbigracia, la exposición de Liliana Portier que hemos podido visitar en Artium hasta hace escasos días ha tenido esplendoroso eco en todos los grandes medios impresos de este país.

Y ahora, hoy mismo, podemos asistir a la inauguración de una gran muestra de otro profeta alavés que lleva predicando fuera de nuestras tierras mucho tiempo: el vitoriano artista afincado en Palma de Mallorca desde hace ya varias décadas Santos Iñurrieta. Iñurrieta ha preparado un despliegue pictórico como jamás hemos podido contemplar antes en Artium. Sus paredes parecen recoger una explosión atómica de colorística imaginación y fantasía. Santos, además, usa la pintura como medio para crear relatos. Las obras de Santos encierran misterio, simbolismo. Porque las escenas compuestas son alegóricas. El espectador es invadido por una turbamulta de raros personajes, objetos y entornos.

Con claras influencias del cómic, de la ilustración, del arte naif, de la historia del arte y del universo del Tarot, Santos deforma las figuras y los objetos buscando un extrañamiento de carácter esotérico. La abundante proliferación de detalles pintados con sumo mimo y la simplificación de las formas le acerca al arte tribal. Al arte realizado por las minorías étnicas aún no corrompidas por el actual sistema de mercado. Son obras, por lo tanto, que tienen cierta inocencia, transpiran ingenuidad. Pero, al igual que los dibujos de los niños, la obra de Iñurrieta se hace intensa y fuerte desde esa naturalidad que es capaz de traspasar la realidad. Un cita ineludible, esta que nos ofrece desde hoy Artium.