Panamá - La paridad en la literatura sigue siendo una quimera y los pocos personajes femeninos que protagonizan novelas hoy en día son, por lo general, “mujeres luchadoras, comprometidas, fuertes, feministas o adelantadas a su tiempo”, según la escritora Espido Freire. “Solo interesan las mujeres estereotipadas, que se ciñen a determinados patrones. En los últimos años, por ejemplo, hay una cierta tendencia en la novela histórica a reivindicar figuras femeninas pero desde un empoderamiento que, en cierta medida, es estético”, aseguró.

Pero no siempre ha sido así, recordó durante una entrevista en Panamá, donde está presentando Llamadme Alejandra, galardonada con el Premio Azorín. El molde al que se ajustan los personajes femeninos ha ido cambiando “en función de la necesidad psicológica del momento”, de ahí que durante años interesasen o bien figuras abnegadas y dedicadas a su familia o bien mujeres canallas.

La protagonista de su último libro, sin embargo, “no representa nada de esto, todo lo contrario, nos caería muy mal si la conociéramos porque era una mujer desganada, estirada, llena de matices y que no casa con ningún estereotipo”. Se trata de Alejandra Fiódorovna Románova (1872-1918), la última zarina de Rusia, un personaje por quien Freire sintió “fascinación” desde niña y a quien conoció por casualidad cuando ojeaba un libro que había por casa.

“Cuando tenía ocho años descubrí la historia de estos zares y descubrí que los habían fusilado el día de mi cumpleaños, algo que entonces me impactó muchísimo porque era muy pequeña”, explicó la novelista. De la esposa del zar Nicolás II, le cautivó el gesto “serio y triste” que mostraba en sus fotografías. Una mueca que entendió años más tarde cuando empezó a investigar sobre el personaje.

“Alejandra no nació para tener un papel importante, nació para ser de una nobleza acomodada, pero por amor salió de ese papel. El problema es que no estaba preparada para ello. Fue una mujer desclasada y esto la condujo a la melancolía”, afirmó Freire, que en 1999 se convirtió en la autora más joven en ganar el Planeta con su novela Melocotones helados.

La “tristeza profunda” que la propia Freire experimentó hace unos años por culpa de la depresión le ayudó a comprender mejor el sentimiento de Alejandra, una de las muchas nietas de la reina Victoria de Inglaterra. “Sentir que hace un siglo había gente que se sentía desclasada, es muy interesante. Alejandra padecía un malestar contemporáneo que sentimos muchas personas ahora. Hay gente que asume esta condición con fuerza y la usa para seguir creciendo y otra gente que se siente constantemente fuera de lugar”, admitió la escritora, que no descarta escribir un ensayo sobre el tema.

Su último libro es, según Freire, un ejercicio para reivindicar el papel de la mujer “normal” en la literatura y una invitación a “seguir normalizando imágenes muy distintas de mujeres”. “Es importante que nos vean. Si hace falta que nos critiquen, que lo hagan, pero que nos vean”, clamó.

Los hombres, añadió, “escriben sobre personajes femeninos pero rara vez son protagonistas. Ocurre también con el cine y con todas las representaciones audiovisuales”. “No hemos logrado esa normalidad. No tenemos paridad ni siquiera de mirada”, lamentó. Una situación que, según la narradora, puede cambiar en los próximos años porque las nuevas generaciones están acabando con los roles y “están creando un modelo de paternidad y maternidad distintos”.