VITORIA - La gran guerra ha llegado. Poniente se prepara para una séptima temporada de Juego de tronos que ya desde su trailer promete grandes dosis de acero, hielo y fuego. Tal y como diría dirían los Señores de los Caballos, solo hay dos opciones: Che dothras, che drivos! O traducido al castellano: ¡Cabalgar o morir! Pero mientras comienza la cuenta atrás para poder disfrutar de la serie más esperada de este verano, David J. Peterson nos acerca uno de los elementos que dan forma y color tanto a esta serie como a muchos otros productos audiovisuales: el arte de inventar nuevas lenguas.

Habla más de veinte idiomas naturales. ¿Podría decirse que es un amante de las lenguas?

-Absolutamente. Me encantan desde siempre, pero durante los últimos veinte años ha sido uno de mis pasatiempos favoritos. Aun así, he de admitir que muchas veces no las he estudiado por conocerlas y hablarlas, sino para estudiar cómo funcionan, cuál es su gramática y su estructura. Mis lenguas maternas son el inglés y el castellano, aunque mi acceso a este último fue interrumpido cuando fui separado de mi familia. El primer idioma que aprendí después fue el alemán, porque era la única posibilidad en mi ultimo año de instituto. Después de eso empecé a estudiar otras lenguas cuando fui a la universidad: primero árabe, luego ruso, también esperanto, egipcio medio y francés. Y aparte he aprendido otros por mi cuenta a través de los libros, como el hawaiano, el japonés, el hindi, etc.

Y no tiene suficiente con esas veinte lenguas que ahora se dedica a inventar otras nuevas.

-Así es. Todo comenzó como un pasatiempo. Mi primera lengua inventada fue el megdevi y lo creé en 2000. Por supuesto, como era el primer idioma y no sabía muy bien qué estaba haciendo, es muy malo. Sí que tiene una gramática única, pero como los significados provienen del inglés no es tan especial como yo quería. Eso sí, fue muy divertido y desde entonces invento lenguas.

¿Cómo consiguió convertir este pasatiempo en su trabajo?

-A raíz de una competición organizada por los productores de Juego de tronos. Necesitaban alguien para desarrollar y adaptar el dothraki y el valirio a la serie y decidieron emplear ese método de selección. Por entonces, yo llevaba 10 años creando lenguas. Al parecer, les gustó mi propuesta, así que me contrataron y desde ese momento he ido de show en show.

Por curiosidad, ¿cuál es el proceso para inventar un idioma?

-Es bastante simple. Lo primordial es decidir por qué se quiere crear. Una vez se tiene claro el por qué, si buscas un equivalente del castellano recurres a su origen, al latín, y aplicas cambios sobre él para que evolucione. Al menos ese es el proceso que yo tomo. Aunque no es necesario que haya influencias de una lengua en particular. Es más, todo parecido con una lengua natural es incidental. Pero al final los idiomas tienen un número limitado de variaciones. Por ejemplo, decides si los adjetivos van delante o detrás del nombre, pero necesitas sustantivos, verbos, adjetivos, etc. Y con esto no estás copiando una lengua, simplemente no hay posibilidades infinitas.

¿Cuál es la clave para diseñar un buen idioma?

-Sobre todo, tener en mente que las lenguas no son perfectas. La gente real aplica irregularidades en los idiomas y los adapta a sus necesidades. Y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de crear una lengua: tiene que tener también ciertas irregularidades y no parecer perfecta, con sus metáforas, sus dichos populares, etc. Es decir, intento crear lenguas realistas, lenguas con historia. Para ello, suelo fabricar idiomas con un millar de años de historia lingüística.

Eso se ve con el valirio, por ejemplo.

-Exacto. En Juego de tronos podemos observar la evolución de la lengua original. Concretamente, en la serie aparecen dos variaciones del idioma, ambas descendientes del valirio. En general, podría decirse que suena como las lenguas latinas, pero para mí es muy complicado comparar a qué idioma se parecen las lenguas que invento.

También me gustaría preguntar por el proceso de creación del dothraki.

-La verdad, este es un caso especial, porque ya había algo de material en los libros de J. R. Martin. De ahí saqué la inspiración. Por tanto, mi labor era crear algo que casara con lo que ya había publicado, tanto en la gramática como en el sonido que la lengua tiene en los libros. Es cierto que el dothraki suena a una mezcla entre castellano y árabe, pero eso solo es en lo que al sonido respecta, porque la gramática es muy diferente. Pero esto fue una excepción, ya que normalmente solo creo cosas nuevas.

¿Y la lengua orca para la película ‘Warcraft’?

-Este también fue un caso poco habitual, no como el trigedasleng para la serie de Los 100, por ejemplo, que al fin y al cabo no es más que una versión evolucionada del inglés. En el caso del orco comencé a coger palabras del videojuego original, pero a los productores no les gustaba cómo sonaba, así que lo tuve que cambiar. Entonces les ofrecí ocho posibilidades diferentes de cómo podía sonar. Luego, ellos eligieron una y seguí por ese camino. Verdaderamente, creo que no suena a nada que haya escuchado anteriormente.

Ha inventado 16 idiomas para productos audiovisuales. ¿Qué ha cambiado desde el valirio y el dothraki?

-Sobre todo, que ahora realizo mucho más rápido parte del proceso de creación de una lengua, la documentación, principalmente. De esta manera, puedo dedicarle la mayor parte del tiempo al resto del proceso creativo. Esto es muy útil, ya que en una serie de televisión o en una película sucede todo muy rápido y, gracias a esta evolución, ahora me siento mucho mejor equipado para trabajar en un show que cuando empecé.

De todas sus lenguas inventadas, ¿de cuál está más orgulloso?

-No sabría elegir entre el irathient y el kastithanu. Ambas las inventé para la serie Defiance. Además, también resultó ser la mejor experiencia que he tenido creando lenguas, porque eran muy diferentes y cada una tenía objetivos diferentes. Sobre todo, creo que se debe a que tuve mucho tiempo para inventarlas, mientras que ahora me veo obligado a trabajar mucho más rápido. Sin lugar a dudas, son mi mejor trabajo.

¿Y la más difícil?

-Pues resulta que también fue para la serie Defiance: el indojisnen. Es muy diferente a cualquier a de las lenguas habladas a día de hoy. Tal vez, en espíritu al menos, esté cercana a la lengua de los esquimales: al inuit. En ellas las palabras tienen sentido completo. Realmente fue un reto, la lengua más difícil que he diseñado, pero también fue muy interesante.

Ahora imparte un curso sobre la creación de nuevos idiomas en la Universidad de Berkeley, en California. ¿Qué tiene pensado enseñar?

-Precisamente eso: cómo crear un idioma. Para ello, compartiré con los estudiantes de Filología mi manera de inventar lenguas naturalistas y realistas. La verdad, no hay mucho tiempo, pero haré lo que pueda para enseñar todo lo que pueda sobre este arte.

¿Puede considerarse un arte la invención de lenguas?

-Por supuesto. Para mí, al menos, lo es, porque eso es lo que siento cuando lo hago: lo mismo que siente alguien que compone una canción o escribe un libro. Aparte, se requieren capacidades muy diferentes. No es lo mismo, por ejemplo, la capacidad necesaria para crear una gramática funcional que aquella que se requiere para crear mundos e historias realistas de esos mundos. Una lengua es un gran proyecto creativo que abarca muchos aspectos que conllevan toda tu vida ir mejorando poco a poco, con la experiencia.

¿En qué idiomas sueña? ¿En alguno que ha inventado?

-Todavía no. Sobre todo en inglés y castellano, aunque todavía recuerdo una vez que soñé en la lengua científica americana. Fue un tanto extraño.

¿Y su idioma favorito? Incluyendo aquellos inventados.

-El hawaiano. Es un idioma que me encanta. Me gusta como sueña y también la gramática una vez pude conocerla. Es una lengua encantadora.

Imagino que a lo largo de su trayectoria habrá oído hablar más de una vez del euskera. ¿Cree que podría convertirse en su vigésimo primera lengua?

-Sí que la conozco y claro que me gustaría. Es un idioma famoso entre los lingüísticas, porque es una lengua aislada que no se parece a nada que conozcamos. La gramática es muy diferente a las gramáticas europeas y, en general, es bastante única. Por eso, espero poder hacer una visita a Euskadi, para conocer tanto el territorio como la lengua.

“Mi labor con el dothraki fue un caso especial, porque ya había material en los libros y mi misión era ampliarlo”

“Mis mejores creaciones son el irathient y el kastithanu, ambas inventadas para la serie ‘Defiance”