bilbao - Antonio Resines presentó ayer en Bilbao su libro Pa’habernos matao (memorias de un calvo). Una biografía en la que comparte pluma con su novia, Ana Pérez Llorente. Con la boca chica dice: “Confieso que yo sólo he puesto los pies de foto y he contado la historia de mi vida, de mis recuerdos, de mi época. Escribirlo, escribirlo?”. Ayer también fue un día de sorpresas para él: “Me acaban de confirmar hace un momentito que voy a trabajar en una película que dirige Gracia Querejeta con guion de Luis Marías y con Maribel Verdú como compañera y que se grabará en Bilbao en octubre”. Añade que es una comedia y que está deseando comenzar.

Resines (Torrelavega, 1954) es uno de los actores más conocidos y con un currículo muy potente. Dicen que empezó tarde y por casualidad, ha sido presidente de la Academia de Cine y se lo pasó muy bien, “aunque no voy a negar que los dos últimos meses en el cargo las cosas no fueron nada agradables. Pero no todo es negativo, hicimos muchas cosas ese tiempo”, asevera tajante. Su última película fue La reina de España, en televisión ha trabajado recientemente como protagonista en una serie de La 1, iFamily. “No funcionó mucho, ahora mismo no tengo proyectos de televisión, tengo este de cine, estoy encantado; y otro papel más pequeño en una película que me ha propuesto Martínez Lázaro”, A lo largo de esta entrevista, Resines hace un repaso por su vida, igual que en el libro, mirando a su pasado como actor en series que han marcado la televisión: Los ladrones van a la oficina y Los Serrano.

La idea de contar su vida no fue suya: “Gonzalo Albert, editor de Aguilar, que tiene un montón de buenos escritores para hacer libros, me llamó un día y me lo propuso. Había hecho uno con Víctor Manuel y le fue muy bien. Me dijo para hacer El mundo según Resines”. Cuando se le comenta que ha entrado en el ranking de televisivos y famosos con libro debajo del brazo y que está en ese sentido al mismo nivel que Belén Esteban, se ríe: “Y todos sabrán que igual que yo, ella tampoco escribió su libro”. “Antes, mi novia y yo estábamos haciendo un álbum de fotos con unos pequeños textos. Se me ocurrió proponer, probablemente estaba ebrio, hacer una prueba, un primer capítulo. Hablaba de cómo había nacido, de lo que recordaba de pequeño..., y no recordaba casi nada. Pues les gustó, y si no, lo pareció; me firmaron un contrato, me dieron un adelanto y mi novia y yo lo terminamos”. “Creo que hemos hecho una cosa apañada que sí refleja lo que pasó durante unos años en España y lo que le pasó al cine español contado a través de mi punto de vista”, asegura.

Dice que la mayoría de la gente reconocerá por su popularidad muchas de las cosas que cuenta en su libro, aunque posiblemente con menos detalles. Pero hay una que pocos sabían fuera de su círculo más próximo, el cáncer de colon que sufrió en 2014 y por el que le operaron. Explica por qué ha contado algo tan íntimo: “Para explicar lo que puede suponer la prevención. Por distintos motivos, me hicieron un análisis de sangre y vieron que tenía una anemia fuerte, sospecharon lo que podía ser y me descubrieron un tumor pequeño, cogido a tiempo y que me ha permitido seguir estando vivo”, confiesa con determinación; y añade que si se hubiera hecho esa revisión cinco años antes, posiblemente el cáncer no habría existido.

Girando la mirada un cuarto de siglo atrás, a 1992, hay un título televisivo, Los ladrones van a la oficina, que reunió a los principales actores del cine y del teatro: “Yo era conocido, pero no al nivel de los que estaban allí. Estoy contento de esa serie por dos cosas: era mudo y no tenía que estudiar guiones, y no desmerecía mucho. Trabajar y comer todos los días con Fernán Gómez, Manuel Alexandre, Agustín González, José Luis López Vázquez, Fernando Rey, Paco Rabal? imponía, por allí pasó todo el mundo y todos tenían mucho nivel”, asegura un poco nostálgico. Reflexiona sobre esa serie de Antena 3 y comenta que “Anabel Alonso y yo salimos muy reforzados, aprendimos mucho, imagínate lo que era aguantar esa pedrada”. Aún recuerda los momentos vividos con ellos. “Fernán Gómez era el puto amo: actor, guionista, escritor, director? Recuerdo que me echaba de las reuniones de preparación de guion porque decía que yo no pintaba nada porque no tenía que estudiar”.

Si hace un balance entre el cine y la televisión, señala que en horas está a la par con ambos medios: “No es el momento de elegir, pero si tuviera que hacerlo me quedo con el cine. Es otra forma de trabajar; con todas las distancias, es como hacer una hoja parroquial, no sé si existen ya, o hacer un periódico de gran tirada, no tiene nada que ver. Hay más medios para hacer cine, más tiempo para hacerlo bien. La diferencia entre ambos medios es de tiempo y dinero. El tiempo es oro para hacer las cosas bien”. Dejando seguir el curso del tiempo, Resines llega a 2004 y con ese año a Los Serrano en Telecinco, que se convirtió en un auténtico éxito de audiencia: “Fue un acontecimiento sociológico. Se dio con una tecla muy difícil de encontrar, una historia que caló en los espectadores. Era comedia y drama, lo que se llama dramedia, un término muy bien pensado. Estaba muy bien mezclada la comedia con la parte del cariño, de los sentimientos. Resultó muy creíble”. Se ríe cuando habla de cómo se convirtió en un experto tirando cañas y cortando jamón: “Anda que no he hecho yo bares. Yo lo que mejor hacía era lo de tirar cañas, Jesús Bonilla cortaba el jamón mejor que yo. Unos cuantos barriles han caído. Estaba bueno el jamón aquel que servían los hermanos Serrano”.

Resines se encuentra en una etapa relajada y feliz, no mira el reloj durante la entrevista y bromea con las veces que los guiones de televisión y cine le han puesto detrás de una barra, como en las dos series citadas. Si se le comenta que podría montar un bar por la experiencia de sus personajes, se ríe y niega con la cabeza: “Yo he montado bares y ha sido un desastre de mucho cuidado. En la ficción soy un experto camarero, un maravilloso hostelero; en la realidad es horroroso. La hostelería es un negocio cabrón, te tiene que gustar mucho porque es esclavo estás todo el día pringado. Yo no me vuelvo a meter en una de esas ni de coña”.