Vitoria - Que él iba a triunfar incluso a pesar de algunos elementos de su banda y unos solos que no obedecieron más que a la necesidad de darle respiro a la voz del jefe, era más que claro y evidente. John Fogerty es historia viva del rock y con un único tema -qué pena que no tocó Susie Q- dice más que la discografía entera de muchos. Que The Hellacopters y Graveyard son dos seguros de calidad que en Mendizabala se sienten como pez en el agua, también era sabido. Que Hellsingland Underground cumplieran con creces ante las expectativas que muchos tenían fue una sorpresa para pocos. Pero que todos los astros se uniesen, incluso para dejar la lluvia en un ligero sirimiri, ofreciendo una madrugada del viernes para recordar, no es algo que sucede todos los días.
Según las cifras de la promotora Last Tour, la primera jornada de la decimosexta edición del Azkena Rock Festival congregó en Mendizabala a 18.700 personas, aunque hay que reconocer que la nueva disposición del recinto y los solapes hicieron que moverse fuera algo más fácil que en días de otros años con similares números.
Con la noche ya dominando, los suecos Graveyard fueron los primeros en hacer acto de presencia, todavía con su magnífico concierto de 2012 en la memoria. Sólidos, compactos, impecables en cada tema, volvieron a demostrar que no queda ni rastro de las dudas sobre su disolución tras el paréntesis que abrieron en su camino el año pasado. Con todo, hubo que hacer algún que otro equilibrismo para escaparse y encontrarse con Hellsingland Underground, que consiguieron meterse en el bolsillo al personal con actitud y aptitud, que no siempre van juntas.
Lo que resultó imposible fue asomarse a ver a The Cyborgs en el Trashville. Bueno, sobre todo para los que decidieron pasar de los conciertos para guardar sitio frente al escenario grande. Fogerty estaba a punto de llegar. Tras un largo y un tanto insustancial vídeo de presentación (esto The Who lo hacen mejor) apareció el cantante y guitarrista, más eléctrico de lo esperado por muchos. A sus 72 años hay que reconocerle dos cosas fundamentales: la voz le aguanta bastante bien -a pesar de que necesite sus parones- y la vitalidad que demuestra en directo sigue siendo envidiable. Pena que no tenga tanto gusto a la hora de elegir a algunos de sus compañeros de viaje, pero bueno, nadie es perfecto. Sólo por cantar junto al de la Creedence Clearwater Revival temas como Green river, Lookin’ out my back door, Bad moon rising o Rollin’ by the river, todo mereció la pena, incluso el retraso en el arranque y, por ende, la finalización más tardía de su actuación.
Activo en todo momento y cercano con el público, Fogerty se dejó cosas en el tintero pero es que resultaría imposible resumir en un solo concierto una trayectoria vital y musical tan amplia. Y el personal, por supuesto, coreando y disfrutando incluso cuando tocó soportar algún solo que no tuvo más justificación que ofrecer al jefe sus paréntesis de recuperación.
Tras él, llegaron unos Mambo Jambo a los que no hubo oportunidad de ver casi -aunque estrenaron en Vitoria algún tema nuevo- ya que The Hellacopters pedían paso. Parece que los suecos nacieron, sin ser conscientes de ello, para tocar en el ARF puesto que, con mucho mejor sonido que el año pasado, volvieron a regalar un concierto sin concesiones (bueno, más allá de Dregen y sus cosas), que era además justo lo que necesitaba el festival camino de las cuatro de la madrugada.