Vitoria - Guitarra en mano, Maider Zabalegi volvió ayer a pasear entre las calles de la capital alavesa con su música bajo el brazo, una ciudad en la que presentará su primer disco en solitario en La Blanca.

¿Dónde se ha metido todo este tiempo desde la separación de Alaitz eta Maider?

-Al principio viajando, buscando, viviendo. Y los últimos nueve años, en la burbuja materna. Cuando estaba con la segunda criatura, la amona falleció y algo dentro de mí hizo un pequeño crack. Hace dos años, murió el aitona y volví a sentir ese crack pero más agudo. Cogí de nuevo la guitarra pero no para compartir con los críos o los amigos, sino por la necesidad de soltar cosas. El día que volvimos del tanatorio sentí algo diferente con la guitarra y desde ese instante no paré de componer, aunque me costó más de una noche sin dormir.

¿Por qué volver?

-Porque siento que estoy en mi mejor momento. He sentido las ganas de dar este paso y me es indiferente si las cosas en el mercado de la música están peor o mejor que antes. El regreso está siendo una gozada. Estoy con un subidón personal que no te puedo describir. Es que es ir a los ensayos, empezar con cualquier canción y estar flotando. Es gozo y disfrute.

¿Y qué está notando en el público, sobre todo en aquel que le recuerda de su anterior etapa?

-Sabes lo que pasa, que yo me estoy sintiendo tan bien, que voy a un concierto y, sinceramente, me da igual que haya 20, 200 o los que sean. Estoy dándolo todo. Cuando alguien está tan bien por dentro, lo das todo y ya está, el resto queda en un segundo plano.

‘Zuei’ es pop, con algún toque folk y rock. ¿Contenta con el resultado final?

-Totalmente satisfecha. Incluso en los directos, cada canción que toco la vivo por dentro cada vez. De hecho, con estos diez nuevos temas estoy sintiendo cosas que creo que no había sentido hasta ahora, sensaciones distintas. Cuando estaba en el estudio o ahora cuando subo al escenario, es adrenalina, es desconectar de todo y de todos. Igual es la edad, que he llegado a los 40 y he sacado la cresta.

¿La famosa crisis?

-No (risas). De hecho, me está saliendo tanto la cresta que a veces me doy miedo.

¿Por qué incluir una instrumental y cerrar con ella el disco?

-Me apetecía. La compuse en Zelaia, que es donde viven los aitas y donde ensayamos. Es un lugar que me transmite una tranquilidad increíble. Al final, me ha pasado como con el resto, me apetecía solo que ésta no tiene letra.

Las que sí tienen hablan, en realidad, de cuestiones que cualquiera puede compartir por íntimas que sean.

-Los duelos, el amor, la cuestión de los refugiados... hay temas que nos apelan, de una forma u otra, a todos. Es un disco que nace muy de dentro, donde empatizas con muchas cosas de una manera distinta a lo que me sucedía antes.

Este disco tiene que ser el principio de qué.

-No lo sé. No pienso en lo que va a pasar mañana o en dos días. En los últimos diez años me han pasado situaciones en las que pensaba que se iban a terminar muchas cosas, aunque luego la vida ha seguido. Por eso no me pongo a pensar en si esto va a tener éxito, si luego voy a hacer una cosa o la otra o... Es algo diario. Ahora estoy aquí, disfrutando de reencontrarnos y ya está. Las cosas pequeñas de la vida me encantan. No espero el mañana.

Llegan los directos y en Gasteiz estará el 7 de agosto en el Machete, un contexto que no sé si es muy adecuado para un disco que igual está pidiendo más una sala.

-Sí, yo también me veo más tocando en una sala o en un espacio más cerrado. Pero estuvimos tocando en Korrika y eso me quitó dudas de este tipo porque el concierto fue genial. Hombre, el sonido de este disco tiene muy poco que ver con lo que hacía antes.

Por cierto, ¿le están pidiendo en los primeros conciertos canciones de la otra época?

-No hace falta, toco algunas. Al final, lo que soy ahora es también por el camino que hice antes. La música que hago ahora es más o menos lo de antes si le quitamos la parte de Alaitz. Ella aportaba la parte folk, marchosa. Yo sigo siendo la popera.

Una Alaitz Telletxea que tiene también una colaboración en este álbum.

-¿Cómo va a faltar? Alaitz es una de mis mejores amigas. No podía faltar en este disco porque no puede faltar en mi vida.