Innovadora, absolutamente singular y apasionada”. Así será la Escuela de Cine que Tabakalera abrirá antes de finales de año y que según subraya su director, Carlos Muguiro, aspira a convertirse en “una especie de I+D+I” del séptimo arte; un espacio en el que se cultivará una “visión integral del cine” enfocada no sólo a la creación, sino también a la conservación y a la programación, entre otras materias que permitirá abordar la cercanía del Zinemaldia, la Filmoteca Vasca y el propio proyecto cultural de Tabakalera. Además, el centro impulsado por la Diputación llevará el nombre de Elías Querejeta a modo de “homenaje póstumo” al célebre hernaniarra, “uno de los productores y creadores europeos más importantes” del siglo XX.
El diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano (PNV), y el diputado de Cultura, Denis Itxaso (PSE/EE), arroparon ayer a Muguiro en su presentación pública, días después de conocerse que había ganado el concurso público con el proyecto Hipótesis del cine. A juicio de Olano, la nueva escuela “fortalecerá el espíritu audiovisual” del Centro Internacional de Cultura Contemporánea (CICC), y en opinión de Itxaso, será “único e irrepetible” gracias al Zinemaldia, a la Filmoteca y a Tabakalera. “Tras darle muchas vueltas, nos dimos cuenta de que la mayor ventaja era tener cerca a tres agentes de su trayectoria y raigambre: con todos juntos se puede crear una escuela que no podría existir en ningún otro sitio”, aseguró el ideólogo y responsable político del proyecto. Los responsables forales se excusaron por no poder concretar aún las asignaturas o el precio de la matrícula de un centro cuya enseñanza no tendrá carácter reglado: es decir, los estudios serán similares a un posgrado o máster para universitarios y alumnos con experiencia en el cine, pero el título no será oficial. Cada curso tendrá una duración de unos 13 o 14 meses y habrá medio centenar de alumnos repartidos en tres especialidades: creación, archivo y curaduría o programación. Si el objetivo es comenzar las clases antes de que finalice 2017, la matrícula debería abrirse este mes, para lo cual se deberá realizar un trabajo “ingente”. Con un presupuesto de 227.815 euros, las obras de habilitación en la planta baja de Tabakalera comenzarán en dos semanas.
Alta cualificación De momento, Muguiro confesó tener “pocas respuestas”, pero “muchas hipótesis, ganas e ideas”, por lo que dedicó su intervención a desgranar la filosofía de un proyecto “absolutamente singular”, incluso para él, que lleva más de 20 años en el mundo del cine y la pedagogía y que, entre infinidad de tareas, ha diseñado el currículo de la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM), donde es jefe de la especialidad de documental. “No conozco ningún proyecto de escuela en el que coincidan uno de los festivales más importantes del mundo, una filmoteca nacional y un centro cultural internacional. Y menos bajo el mismo techo”, aclaró el baztandarra, que consideró este hecho “una maravilla”, puesto que la escuela se beneficiará de la experiencia y conocimientos de los profesionales “altamente cualificados” que trabajan en esas tres instituciones.
En el día a día, un alumno podría recibir clases por la mañana y por la tarde hacer prácticas viendo cómo trabajan los artistas de las residencias internacionales de Tabakalera, cómo programa el Zinemaldia o cómo se realiza la restauración de una película en la Filmoteca. Porque para Muguiro, que reivindica “nuevas formas de ser cineasta”, el centro debe obedecer a “una visión integral”. A su juicio, “ser cineasta hoy no es sólo crear imágenes”, como hacen los residentes de Tabakalera, sino también conservar el material que ya existe -tarea de la Filmoteca- o hacerlo visible y difundirlo -misión del Zinemaldia-.
“A veces se olvida que las primeras cámaras de la historia del cine registraban las imágenes, pero también servían para proyectarlas. Hoy el registro y la proyección están distantes entre sí, pero no en Tabakalera, donde quienes crean, conservan y difunden las imágenes están juntos en un mismo edificio, cuya forma cuadrada recuerda a las primeras cámaras de los hermanos Lumière”, evocó. En ese sentido, defendió la escuela como un “centro de pensamiento y reflexión” en el que sea posible “proyectar ideas” como si fuera “una especie de I+D+I del cine”. Según aseguró, su proyecto “no es neutro, no es una escuela técnica ni fríamente profesional, sino una escuela absolutamente apasionada, comprometida, que entiende el cine como una forma de vida y una vocación”, recalcó.
Docencia, prácticas y proyecto Las docencia será trilingüe -euskera, castellano e inglés- y las clases las impartirán profesionales vascos, españoles e internacionales de renombre. Las prácticas profesionales se desarrollarán de manera simultánea en el mismo edificio y, por último, los alumnos tendrán que realizar un proyecto personal “de una película que no existe o de una que existe y que hay que restaurar”. “O también podría resultar que el Zinemaldia termine programando una retrospectiva ideada por la escuela”, añadió Muguiro. En todo el proceso cobrarán relevancia las tutorías, pues la idea es que cada alumno tenga un tutor que le acompañe durante todo el año en la realización de su proyecto. “Se trata de recuperar la figura del maestro y el discípulo”, sostuvo el director.