pamplona - ¿Emocionada?
-Mucho. Hace unos días, cuando salieron a la venta las entradas de Baluarte, explotó todo de una manera que casi me han contagiado los nervios los demás. He tenido llamadas, mensajes en redes sociales... Esa emoción contagiosa ha ido creciendo como una ola y es muy bonita.
¿Cuántas veces ha visto la película?
-Pues solo una vez, pero en una sesión de lujo, yo sola en un cine. Salí muy contenta y me fui a celebrarlo.
¿Y qué fue lo primero que le vino a la cabeza?
-Pues me di cuenta de lo diferente que es el trabajo del cine, que implica el trabajo de tanta gente, con el de la literatura, que inicialmente es solitario. Cuando pude estar en el rodaje alucinaba, parece el hundimiento del Titanic, todo el mundo corriendo de aquí para allá (ríe). Y de ahí sale una película, es extraordinario.
La película es muy fiel a la novela.
-Hemos tenido una suerte maravillosa, y es que todos los que han participado eran fans del libro antes de hacer la película. De hecho, Fernando os puede decir que hay gente que renunció a estar en otros proyectos. Eso se ha notado desde el principio, como también se percibe que Fernando es de Pamplona y Marta de Donosti. Esa especie de conexión norte está presente, sentíamos parecido cómo es Baztan, el paisaje. Si te ha llovido por encima alguna vez, si has estado entre la niebla y si has pisado muchos charcos, lo llevas en la sangre.
¿Cómo es la Amaia de Marta?
-Mi Amaia Salazar no era exactamente Marta, evidentemente. Seguro que cada lector había imaginado la suya. Pero lo más importante de Amaia no es su aspecto físico, sino el carácter de alguien que lleva a la espalda una vida como la suya. Poco a poco se va descubriendo cómo la marcó su infancia y cómo marca ser de Baztan. Me ha encantado Marta, es una profesional como la copa de un pino. Estoy impresionada. - A. Oliveira Lizarribar