Aunque la inauguración oficial de ARCO 2017 es hoy, de la mano de los Reyes y Mauricio Macri y su esposa, en representación de Argentina -país invitado este año-, ayer, en el primer día de apertura para profesionales y coleccionistas, el recorrido por la 36 edición ya mostró que hay más pintura y menos estridencias.
“Argentina pinta mucho”, declaró la galerista Nora Fisch, un símbolo del arte argentino contemporáneo, que está instalada en el pabellón 7, como el resto de las once galerías que representan a su país en un programa comisariado por Inés Katzenstein.
“En Argentina, los pintores más jóvenes y experimentales se adentran en la pintura trabajando con un lenguaje contemporáneo, y muchos de ellos trabajan con el cuerpo considerándolo superficie y objeto”, precisó la galerista, que tiene en su estand a Juan Tessi y Elba Bairon.
Nora Fisch cree que esta es una oportunidad para dar a conocer al mundo la escena contemporánea argentina. “Una generación muy sofisticada pero poco conocida. Incluso diría que prefiero dar a conocer a toda esta gente que vender”, subrayó la galerista; pero a pocas horas de abrir, ya había vendido tres obras de estos autores.
También tiene pintura la histórica galería argentina Ruth Benzacar, ayer dirigida por su hija Orly Benzacar, que trae a ARCO dentro del programa oficial a Valentina Liernur y Fabio Kacero, y quien de forma categórica declaró: “Lo que quiero es vender mucho”.
Además, los creadores argentinos también presentan dibujos, performances, algunas instalaciones o esculturas, como el que Mercedes Azpilicueta ofrece en la galería SlyZmud de Buenos Aires: un vídeo performance con dibujos sobre la reconstrucción después de la II Guerra Mundial.
La pintura también se extiende por muchas de las galerías nacionales e internacionales, y alcanza uno de los precios más altos de la feria, como el El triunfo del Nautilus de Dalí, con un precio de un millón cuatrocientos mil euros, en la Galería Leandro Navarro.
La galerista española Elvira González tiene otra de las obras más cotizadas este año, la esculturaTree man laughing at one de Juan Muñoz, que se vende por un millón quinientos mil euros. Entre estas obras cotizadas también se encuentra una escultura que es un cilindro construido en cristal blanco, valorado en un millón de euros, en la galería de Suiza Hauser&Wirth.
La francesa Legong ha traído a nombres simbólicos como Picasso, Miró o David Hockney. Y Henrich Einhard a uno de los artistas jóvenes cuya obra se disputan galeristas y coleccionistas: Secundino Hernández.
MÁS POLÍTICA QUE POLÉMICA Y hay lugar para obras con carácter más político, entre las que destaca la instalación de la galería francesa Jêrome Poggi, que ha montado un refugio en el estand hecho con telas de diferentes texturas y colores, con bordados que hacen alusión a los refugiados en diferentes idiomas. También Casa Leibniz dispone de una instalación en la que pasan cosas todo el tiempo, entre ellas, lecturas de poemas, vídeos o representaciones.
Y si el año pasado la polémica fue la obra del vaso de agua medio lleno o medio vacío del cubano Wilfredo Prieto, este año este mismo autor presenta un podium blanco de pequeñas dimensiones, se supone que para que sea ocupado por el primer, segundo y tercer ganador, en la galería Nogueras Blanchard de Madrid.
Otras de las novedades de este año es la instalación de grandes esculturas o montajes en el pasillo que separa los dos pabellones donde se celebra ARCO, para que sean adquiridas por museos, según señaló el director de la Feria Carlos Urroz.
Pinturas, dibujos, esculturas, algunas instalaciones y pocas obras polémicas resumen esta edición de la feria, estructurada en torno a las 200 galerías de 27 países y con un presupuesto de 4,5 millones.