Amurrio - Tras 17 años dedicándose a las artes escénicas, diez de ellos como actor en una compañía, en 2014 estuvo a punto de arrojar la toalla. Su amigo Gerardo le convenció de que no lo hiciera y, tras lograr una beca para profundizar sus estudios teatrales en París, inició una andadura en solitario que está comenzando a dar sus frutos en forma de premios. Se trata del director del grupo de teatro amateur Aimara de Amurrio, Javier Liñera, que a las 20.00 horas de hoy se subirá al escenario de Amurrio Antzokia -el mismo que allá por 2005 estrenaron sus pupilos- para presentar su primer espectáculo en solitario Barro rojo, una pieza dura, a la par que necesaria, pues pone en escena las realidades que vivieron determinadas personas para que ahora se den diferentes derechos y libertades.
“Trata sobre los gays en los campos de concentración europeos y en las cárceles de Franco, en la dictadura española. Pero es una trampa, porque no es un drama habitual, para nada. Es una pieza que empieza como un cabaret para ir transformándose, para ir y venir de la risa al drama, del pasado al presente, del personaje que narra a la propia vivencia”, explica Liñera, sobre un texto que ha escrito entre Bilbao y París, y que interpreta bajo la dirección de Linda Wise y Daniela Molina (Roy Hart-Panheatre).
Pieza personal El porqué de la elección de un tema que le llevó a lograr en 2016 los premios Urrezko Hiruki de Ehgam y el de mejor espectáculo del Festival Indifest de Santander, también lo explica su autor. “Estaba en medio de un proceso de investigación teatral, cuando descubrí todo lo que ocurrió en los campos de concentración. De los judíos se ha escrito mucho, pero de los gays u otros colectivos como el de los gitanos, poco o nada, y decidí darles voz. Siempre me ha interesado mucho el teatro como herramienta social y concretamente con temas como la memoria histórica o la vulneración de derechos, ya sean laborales, de género o similar”, aclara Liñera, que no obvia que Barro rojo surgió como la necesidad de dar respuesta a una demanda personal.
“Se lo debía a varias personas. Es la primera y más personal pieza que presento y me ha dado grandes satisfacciones no ya solo en forma de premios, sino por la trayectoria que esta teniendo. Un éxito que, de verdad, no me esperaba, y que ha hecho que para este 2017 tenga comprometidas en torno a dos funciones mensuales. Más no puedo porque tengo otros proyectos entre manos”, reconoce.
De hecho, Barro Rojo -que ya pisó Álava en febrero del año pasado, con un pase en la localidad de Zigoitia- está recomendado por la Red de Teatros de Euskadi Sarea, seleccionado por el programa estatal Platea, y ya ha pasado por festivales como el BAD de Bilbao, los Off y Zicosur de Chile, el Guayaquil de Ecuador, o el Don Quijote de París.
Nuevo montaje de Aimara Hoy llega a Amurrio, con un precio de entrada de 8 euros, y su autor se confiesa “muy nervioso”, porque no sabe si le han llamado por el éxito de la pieza o por su condición de director del grupo de teatro aficionado local. “En Amurrio me siento como en casa, pero cuando te conocen, te ponen las cosas más difíciles”, asegura, quien no quiere dejar pasar la oportunidad de demostrar la auténtica devoción que siente por los integrantes de Aimara. “Son un grupo portentoso, no ya solo por los montajes que sacan adelante, sino por todo lo que se implican por la cultura teatral en su pueblo, organizando ciclos de teatro aficionado o jornadas de teatro breve, como las del Día Mundial del Teatro en cuya primera edición tuve el honor de participar en 2015 con Suicidio en quince minutos”, recuerda Liñera.
Las terceras, de hecho, tendrán lugar el 25 de marzo y el público podrá disfrutar, en la Casa de Cultura y La Casona, de cuatro obras de microteatro de las que de momento se conocen El árbol de Hiroshima del grupo Kabia, El primer tren que salga de David Caiña, y Osirirs 4 vintage del propio Aimara.
Además, el grupo de teatro aficionado de Amurrio ya tiene prácticamente ultimado su próximo montaje, tras el éxito que cosecharon, precisamente bajo las órdenes de Liñera, con Yo soy la revolución. “Se trata de un clásico del dramaturgo francés del siglo XVII, Moliére, y se estrenará a principios de junio”, adelanta en primicia el director, que confía en que los Aimara le perdonen el desliz. “Está ya montada, tiene que salir sí o sí”, se defiende. Esperemos que hoy se lo perdonen.