Madrid - Contrasta el tono suave y reposado de Guillermo Arriaga con las historias que cuenta en sus libros, duras y violentas: Escuadrón guillotina; Un dulce olor a muerto; El búfalo de la noche; Retorno 201 y El salvaje. No le gusta la palabra guionista y se considera escritor de cine cuando hablamos de Amores perros, 21 gramos, Babel o Los tres entierros de Mequiades Estrada. Las tres primeras fueron dirigidas por el cineasta Iñárritu.

¿Qué parte de Guillermo Arriaga hay en el protagonista de ‘El salvaje’, Juan Guillermo?

-Hay parte de vivencias que he tenido a lo largo de mi existencia que me parecieron interesantes contar. Fue un orgullo crecer en el barrio que crecí, me llenó de historias. Es una novela que está basada en hechos reales que nunca sucedieron.

¡Vaya eufemismo!

-Sí, pudo haber sucedido tal y cómo está en la novela, pero obviamente es una ficción, aunque tuviera los ingredientes para que fuera una realidad.

¿Es usted lo que se conoce como un chico de la calle?

-Soy alguien que se impregnó del barrio, que andaba mucho en la calle. Por fortuna mis padres disfrutan de la cultura y de la educación. Era increíble la diferencia entre mi casa y mi barrio; era una casa llena de libros.

Otros libros suyos han llegado hasta el cine: ‘Amores perros’, ‘21 gramos’, ‘Babel’? ¿Pasará lo mismo con ‘El salvaje’?

-No creo. En esta novela lo que más cuenta es la introspección de los personajes por eso no se traduce bien en el cine. Esta es muy compleja, lo que enriquece esta historia no es la anécdota es toda la construcción.

Escritor de cine, no admite de buen grado el término guionista, ¿por qué?

-La palabra guionista es peyorativa?

¿Usted cree?

-Claro, es hacer una guía, no una obra; me parece hasta grosero que el guion sea una guía para la gran obra, la del director. En música, en teatro o en arquitectura el autor nunca está considerado como un creador de guías, es un creador de obras. No creo que a un dramaturgo se le llame guionista de teatros.

De la trilogía que hizo en el cine con Iñárritu, ¿con cuál se queda?

-Con las tres. Obviamente, a Amores perros le tengo mucho cariño porque es la película que me dio a conocer en el mundo del cine; 21 gramos es la más arriesgada en términos de estructura y Babel cuenta la interconexión que todos tenemos en el mundo.

México, un país en boca de todos.

-Ojalá estuviera en boca de todos por la potencia de su cultura y no por los problemas que tiene.

¿Con la llegada de Trump?

-Olvídense de Trump, los problemas son intrínsecos del país, una clase política cada vez más corrupta. Eso me parece mucho más serio.

¿Más serio que la construcción de un muro?

-Claro que es más seria la corrupción, eso y el injusto reparto de la riqueza es lo que ha provocado las oleadas de inmigración de mi país.

También se habla de zonas muy violentas.

-México tiene zonas que se convierten en disputa de cárteles. Pero le voy a decir una cosa, el país tiene un tasa de asesinatos de 13 por cada 100.000 personas; Washington tiene 48 por cada 10.000; Memphis o Detroit tienen índices mayores. Me parece injusto dibujar a México como un país violento.

Los libros de Guillermo Arriaga son muy fuertes, son hasta violentos de leer, ¿por qué?

-Creo que la sociedad tiende a darle la espalda a ciertos temas y si les damos la espalda carecemos de reflexión. Le damos la espalda a la muerte, a la violencia, le damos la espalda a las partes oscuras del ser humano?

Quizá es que tenemos miedo.

-Sí, pero por cualquier circunstancia histórica se produce el chispazo y todo cambia. Es mejor estar preparado para el diálogo y ser conscientes de estos temas que tener miedo. Este país, el País Vasco sufrió mucho, la Guerra Civil fue cruentísima para él. ¿Quién se iba a imaginar que el triunfo de la República iba a tener como consecuencia una matanza semejante en la Guerra Civil? La Alemania nazi, ¿quién pensó que se iba a exterminar a una cultura como la judía?

¿Escribir o hacer cine?

-Son tareas complementarias, para mí escribir es un privilegio, estoy creando algo de la nada. Al dirigir estoy interpretando. Lo lindo de dirigir una película es que tienes a cien o ciento cincuenta personas a tu alrededor colaborando contigo, tratando de llevar todo el proyecto a buen cabo. Escribir es crear algo, es muy solitario, y el acto de dirigir es como irte a la fiesta con los amigos que tú eliges.

Dicen que perdió el olfato en una pelea, ¿leyenda urbana?

-Fue consecuencia de muchas peleas. Es curioso, no puedo oler la loción que llevo o el perfume de una mujer, pero sí huelo en el campo el olor del marrano.