El diccionario de María Moliner define el término talento como capacidad para obtener resultados notables con el ejercicio de la inteligencia y también habilidad y actitud para una cosa determinada. La tele es un invento norteamericano que ha probado todo tipo de programas, enfoques y contenidos para informar y entretener al personal, haciendo de este electrodoméstico el rey de la casa en el salón de estar, comedor o cocina. Los norteamericanos van siempre un paso adelante en esto de crear tele y por ello hace tiempo que hicieron del talento materia televisiva de espacios de éxito y renombre.

En el estado, los formatos de talento, de descubrir el ingenio de las personas, de mostrar sus capacidades especiales para memorizar cifras de veinte dígitos, dominar ejercicios circenses de suma dificultad o explotar las condiciones prodigiosas de voz funcionan con acierto y por ello, todas las cadenas prueban este modelo de descubrir los talentos ocultos de concursantes anónimos que se desvelan como auténticos prodigios de humana habilidad. Talento, talento es la materia prima que buscan productores y ejecutivos en formatos de explotación y producción baratos, una vez descubierto el mirlo blanco del barrio que se asomará al plató con gracejo y descaro para someter su habilidoso talento al juicio del jurado y público.

Personal anónimo (La Voz) o famosos de la celebridad que como en el programa de éxito de Atresmedia Tu cara me suena prueban cita tras cita, una faceta profesional trufada de talento y habilidad que casi siempre va unida a la competencia y al concurso. Se trata no solamente de tener talento, sino de ser el mejor, el más listo de la clase y en esa pelea el público disfruta enormidad. Como en la vida misma, el talento es más que inteligencia, listura y sagacidad. Es la vida misma trasladada a la pantalla en un enorme ejercicio de empatía e interactividad.