Cuando presentó a los lectores de DNA su último libro (De fancinerosos a culturetas/ (cuatro) luces de bengala para una ciudad), el escritor, editor y periodista Ángel Martínez Salazar decía en estas mismas páginas: “siempre he sido un poco pudoroso, tímido y, en cierto modo, este libro es desnudarme”. Entre sus tapas, el autor recopilaba los nombres de todos aquellos que, de una forma u otra, le habían acompañando en sus distintas aventuras en pro de la cultura dentro y fuera de Álava.
Aunque la voz de Salazar se apagó a finales del pasado mes de agosto, su huella y recuerdo permanecen intactos. Y como siempre es bueno ser agradecido, muchos de sus amigos, colegas y compañeros de proyectos se dieron cita ayer en el Pabellón Universitario del Campus de Álava para llevar a cabo un sencillo pero emotivo y cercano homenaje a quien tantas veces les llamó y les involucró en sus iniciativas.
“Te quedas pasmado al ver la calidad de la gente que había implicada y la relevancia que luego muchos han tenido y tienen”, decía a principios de este año Martínez Salazar sobre la larga lista de creadores que, desde distintas disciplinas, habían participado en proyectos como Maskara, Lux Daemoniorum, Paréntesis y Papeles de Zabalanda. Autores, activistas, agentes culturales... que, en varios casos, ayer por la tarde no quisieron perderse ese último encuentro con su colega de Nanclares de la Oca, aunque desde hace ya un tiempo tenía su residencia fijada en tierras navaras.