Vitoria - El paso por la capital alavesa es casi un suspiro. Viene desde Lugo, donde acaba de inaugurar la exposición correspondiente al Premio Galicia de Fotografía Contemporánea que ganó hace unos meses. Pero su base de operaciones se encuentra ahora en Oslo, a donde regresa en nada. En la agenda habitual están además viajes a Madrid y otros lugares. El trabajo manda. Igual que lo hizo cuando en su etapa de formación le tocó vivir en Lituania y Malta. Aún así, en Gasteiz Jon Gorospe reserva un momento para encontrarse con DNA y hablar de una trayectoria que está empezando pero que muchos señalan para decir que la suya es una carrera, desde la fotografía, a seguir de cerca.
¿Por qué Noruega?
-Bueno, fue acabar la carrera en Malta y la chica con la que había empezado a salir me dijo que si quería probar en Oslo. Como tenía la maleta hecha, como quien dice, me fui a probar suerte y allí estoy ya desde hace casi dos años. La verdad es que estoy muy a gusto allí, la vida es muy parecida a la de Vitoria. Ahora estoy desarrollando un proyecto nuevo desde Oslo, aunque va a necesitar unos años de gestación.
Acaba de inaugurar la exposición que es parte del Premio Galicia de Fotografía Contemporánea, un galardón que ha conseguido con ‘Environments’, un proyecto que ya se pudo ver en Vitoria.
-Sí, fue becado por Montehermoso. Es un trabajo que habla sobre la ecología y que empecé en 2012 a raíz de que a Vitoria la nombrasen Green Capital. Esa fue la excusa para investigar sobre nuestra relación con el medio ambiente. Aquí se hizo la primera muestra, pero el proyecto, por lo menos para mi gusto, estaba por entonces muy endeble. Así que seguí trabajando hasta que fuera más solido, momento en el que decidí presentarlo a este premio en Galicia, ya que es un territorio que tenía muy presente cuando estaba produciendo este trabajo por la serie de sucesos desagradables que, en relación al medio ambiente, ha vivido en los últimos años, como el Prestige.
Más allá de que en las inauguraciones todo suelen ser palabras de aliento, ¿las primeras reacciones a la muestra, qué tal?
-El feedback está siendo bastante bueno. La gente está sabiendo leer cómo lo quería exponer. Además, es una temática que les toca muy de cerca porque, como pasa en otros lugares, tienen un vínculo muy especial con su espacio natural.
Recuerdo su primera participación en el desaparecido certamen no profesional de Periscopio, exponiendo en el bar David. ¿Cuánto ha cambiado como fotógrafo desde aquel 2009 y qué permanece?
-Ha cambiado la forma de trabajar. Ahora los procesos creativos son mucho más conscientes. Tengo mis reglas, mis formas de producir, me pongo mis tiempos. Lo que no ha cambiado es que sigo siendo un estudiante. Por muchos años que pasen y muchos trabajos que vaya desarrollando o reconocimientos que vengan, sigo queriendo aprender. Es lo que quiero que continúe.
Pero son varias las publicaciones especializadas, por ejemplo, que hablan de Jon Gorospe como nueva promesa de la fotografía estatal... ¿el ego bien o es mejor ir poco a poco?
-Poco a poco. Hay que hacer titulares, que no me molestan para nada, y es cierto que soy demasiado joven para ser un artista con una trayectoria sólida por lo que es normal que se hable de creador emergente o de promesa, aunque sobre todo esto último me parezca mucho decir. Pero yo voy poco a poco. Al final esto es una carrera de fondo. Es cuestión de trabajar cada día y duro.
¿Es Gasteiz una buena ciudad para crecer artísticamente?
-Personalmente, salir me ha venido estupendamente porque me ha permitido conocer otras realidades artísticas. En Vitoria he hecho los deberes con la ciudad. He pasado por Montehermoso en un par de ocasiones, por la sala Amárica... queda Artium, aunque ya se verá si algún día hay suerte (risas). Ahora lo que hay que hacer es seguir mirando hacia adelante y también a otros lugares.
A nivel profesional, ¿fácil o difícil moverse desde Oslo?
-No me siento muy atado. Trabajo en muchos sitios porque, además, con las nuevas tecnologías estás en contacto con mucha gente. Hace menos de un mes monté una exposición en la costa oeste de Noruega, está la muestra de Lugo, acabo de presentar otra colectiva en Madrid... bueno, es tener ganas de viajar y a por ello.
En los últimos años, lo que ahora se denomina fotografía artística está teniendo una consideración con la que antes no contaba. ¿Por qué?
-Ha sido la batalla que ha tenido la fotografía siempre. De todas formas, sí diría que no me siento 100% fotógrafo. Al final me dedico a las artes visuales y en los últimos trabajos he ido desarrollando piezas de vídeo-arte, obras un poco más escultóricas aunque siga usando la fotografía. Pero sí es cierto que, de un tiempo a esta parte, la fotografía artística o de autor ha ido girando mucho a una especie de arte conceptual de serie B. Los trabajos artísticos que hoy se muestran y tienen relevancia son proyectos casi siempre ligados a conceptos sólidos y bastante bien argumentados pero nunca llegando a tener la consideración de otro tipo de artes. La pelea está ahí, aunque cada vez esté más disuelta.
En casa también participó en la segunda edición de la feria Viphoto. ¿Cómo lleva eso de ‘venderse’?
-No muy bien (risas). Es la única feria por la que he pasado. Me cuesta, no te voy a engañar. Mi relación con el arte pasa por estar expuesto en un lugar más, por así decirlo, sacralizado. Un sala o un museo tienen que ver, para mí, con espacios espirituales, donde voy, por explicarlo de una manera clara, a encontrar una revelación, sea de quien sea la exposición. Las ferias hay que hacerlas. Son una oportunidad y hay que aprovechar también el poder hablar con la gente. Eso por supuesto. Pero a mí me cuesta. Me gusta más pensar en la espiritualidad de un lugar y mostrar ahí mi trabajo, que estar en una mesa expuesto ante los demás mientras pasan.
Con 30 años y mirando al futuro, ¿qué espera de la creación, hacia dónde tiene que caminar?
-No tengo muchas pretensiones más allá de seguir trabajando mientras tenga motivación y ganas. Hay que cuidar la trayectoria que uno va construyendo y hacia dónde va, intentando seguir una línea. Con todo, mis procesos creativos son muy diversos y nunca sabes con qué te vas a topar mañana. Como me veo el día de mañana es, en realidad, de una manera bastante similar a la forma en la que estoy trabajando ahora. Para mí, la creación es la forma de relacionarme con la sociedad en la que vivo, con el territorio que tengo cercano. Si consigo dejar ahí mi mensaje, ya es suficiente.
¿Hay un sello Jon Gorospe?
-Sí. Estéticamente, creo que se empieza a ver qué es lo que suelo producir, cómo es el tipo de imagen que hago. Pero todavía es muy pronto.
¿En qué está trabajando ahora?
-En una serie que se llama Solsticios, que trata sobre los contrastes de la luz en el norte. Al fina, todo lo que hago tiene que ver con cómo me relaciono con el territorio en el que vivo y con la sociedad en la que estoy. Estoy muy contento, pero sólo llevo un año y poco y todavía está bastante verde. Tengo una imagen mental del proyecto que es muy poco fotográfica y eso me encanta. Sé que esto me va a separar todavía un poco más de la fotografía porque tengo en mente muchas cosas que van más hacia la pintura, la escultura y la instalación. Eso me encanta. Estar en un terreno que no controlo demasiado es lo que más me apetece.
Lituania, Malta, Noruega... en los últimos años poco le habrán visto por casa.
-Bueno, procuro venir. Se echa de menos poder estar aquí con la familia y la cuadrilla pero también son los tiempos que hay. Mi madre y mi padre pertenecen a esa generación que ha tenido dos hijos inmigrantes por cómo está la juventud.
Si se encontrase con ese Jon estudiante de Jesús Obrero que, antes de ir a la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gasteiz, se estaba formando para ser delineante, ¿qué le diría?
-Que todo vale para algo. Entonces sí trabajaba con temas de diseño, pero mi formación no iba encaminada a nada artístico. Ahora, por ejemplo, no tengo problemas en montarme una exposición porque allí aprendí las herramientas necesarias (risas).
¿Tiene ganas y tiempo para ser espectador?
-Es que antes que nada, soy espectador. Veo mucho cine, voy a todas las galerías y museos que puedo, me dejo llevar por la arquitectura... Es donde considero que está el punto desde el que empezar a crear.