Madrid - Durante más de 30 años ha volteado María Isabel Quiñones el significado de la palabra martirio, la que asumió como alias artístico para celebrar con “coraje” un lenguaje propio tejido de pasado y presente, de copla y de rock, tarea que hoy le ha valido el Premio Nacional de Músicas Actuales 2016.

“Que me den este premio después de 35 años en la música me parece que significa que no me he anclado, que no me he sentado a verlas venir, que sigo estando y buscando”, afirmó la artista onubense tras conocer el fallo y dedicar el galardón a “toda la gente de siempre y a la gente joven que tiene ganas de luchar”.

De ella ha destacado el jurado, del que formaba parte su joven colega Silvia Pérez Cruz, “su personal aproximación a las músicas populares, desde sus raíces andaluzas, mostrando el valor de la copla a las nuevas generaciones y por propiciar un acercamiento profundo a la música iberoamericana”.

No se quedó ahí solo la atención de Quiñones (Huelva, 1954), que se calzó una peineta para constatar su gusto por otros géneros folclóricos tan diversos como la zarzuela, el flamenco y el bolero, pero también unas gafas de sol, como amante del pop y del rock, por el underground en definitiva. Con ayuda de Kiko Veneno, galardonado con este mismo premio en 2012, Martirio ideó esa singular propuesta estética y musical tras su paso en los años 70 por el grupo folk Jarcha y, ya en los 80, por la banda Veneno, en la que conoció a los hermanos Raimundo y Rafael Amador y el encuentro del “blues y la bulería”. “Sin una gran empresa detrás”, como destaca, provista solo de “una pasión y fe en un lenguaje y en una postura ética de vida y de arte propios”, la artista construyó una carrera singular desde Estoy mala (1986), su primer disco, hasta Martirio. 30 años, (2015), con el que recientemente celebró tres décadas en solitario.

Cabe destacar el acercamiento al jazz que practicó de la mano de Chano Domínguez, primero con Coplas de madrugá (1997) y después con Acoplados (2004), por el que recibió uno de los dos Premios la Música que la adornan.

Nominada a un Grammy en 2002 por otro de sus discos, Mucho corazón, ha recibido además la Medalla de Andalucía en 2004 y ha colaborado con colegas de la talla de Chavela Vargas, Soledad Bravo, Javier Ruibal, María del Mar Bonet, Susana Rinaldi, Omara Portuondo, Compay Segundo, Lila Downs, Alberto Cortez, Jerry González, Amancio Prada y Miguel Poveda.

“Este premio es un acicate para todos los que han creído en mí”, señaló Martirio, que dice que invirtió cada duro ganado en su carrera en seguir haciendo música y que ahora mira hacia adelante con la “tranquilidad” de los 30.000 euros del premio. Entre sus proyectos más inmediatos, celebrar por fin una exposición antológica que colea desde hace tiempo y que incluirá, entre otras muchas cosas, trajes, guantes y sus peinetas. “Además, puedo sentarme a escribir un nuevo álbum sin el apremio de tener que trabajar para comer al día siguiente”.

La también locutora del programa Cantes rodados de Radio Gladys Palmera toma el relevo de Jorge Pardo, el último distinguido con el galardón y se une además a una lista aún breve pero conformada por nombres tan importantes como los de Joan Manuel Serrat (2010), el dúo Amaral (2010), Santiago Auserón (2011), Luz Casal (2013) y Carmen Paris (2014).

El jurado, presidido por la directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Montserrat Iglesias, y con el subdirector general de Música y Danza del INAEM, Antonio Garde, como vicepresidente, ha estado integrado por Carlos Galilea Nin y Angelines García Rodríguez, a propuesta de la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculos (ARTE). También han formado parte del mismo Francisco Javier Liñán Gutiérrez, Silvia Pérez Cruz, Montserrat Portú Francolí y Pilar Rius Fortea, a propuesta de la Asociación de Mujeres en la Música.

Es este un detalle importante para quien se define “como mujer que no utiliza sus armas de ídem” y una “buscadora independiente”, decidida a no repetirse, “ni siquiera en los aciertos”.