Madrid - Leer a Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Jane Austen o Virginie Despentes fue un “salvavidas” para Carmen G. de la Cueva, que ahora relata en Mamá, quiero ser feminista cómo descubrió, gracias a estas autoras y a las mujeres de su familia, que podía vivir “con menos miedo” y saber que “no estás sola”.

Emily Dickinson, Caitlin Moran, Sylvia Plath o la Nobel Svetlana Alexiévich son otros “referentes” que desfilan por las páginas de este libro, editado por Lumen. Un relato ensayístico autobiográfico, feminista, “fresco” y que está “mucho más pegado a la experiencia que a la academia”, afirma en una entrevista con Efe la joven autora, de la que este es su primer libro. De la Cueva (Alcalá del Río, Sevilla, 1986), periodista, experta en Literatura Comparada y fundadora de la web La Tribu -un espacio de diálogo entre mujeres creadoras- descubrió, “gracias a la literatura y a los relatos de sus parientes”, el “tipo de mujer que quería ser”. Y eso es lo que cuenta en Mamá, quiero ser feminista, un libro ilustrado por la dibujante Malota, nombre artístico de Mar Hernández.

la osadía de romper con todo El punto de arranque de este libro es la infancia de su autora en Alcalá del Río, una localidad de menos de 12.000 habitantes en la que, asegura, existe una “preocupación” por que las chicas “cumplan las expectativas de tener una pareja estable, casarse por la iglesia o hacerse una casa a medida”.

“Aunque yo no quería eso, todo me conducía hacia ello”, recuerda de la Cueva antes de agregar que resulta “muy difícil” romper “esa especie de mandato por el cual solo vamos a ser completas si encontramos el amor romántico”. Pero ella lo hizo, rompió con todo y vivió en Alemania, México, Praga y Londres tras finalizar sus estudios en la Universidad de Sevilla, a donde acudía cada día en un autobús en el que leía El segundo sexo de Simone de Beauvoir. “Hace falta salir, hacer ese periplo de viajar al extranjero, que también es un periplo interior, para descubrir lo que quieres ser”, dice. De la Cueva considera que deberían introducirse cambios en los contenidos de secundaria y “hablar a los estudiantes de Victoria Kent, de Clara Campoamor o de María de Maeztu y de su proyecto de la Residencia de Señoritas”. - Ana Martínez Sanjurjo/Efe