las publicaciones de la llamada prensa del corazón han gozado de excelente salud en los tiempos de la dictadura y transición, y en los momentos actuales mantienen cuota de mercado gracias a una íntima relación entre revista de papel couche y programas de tele, que amplifican y desarrollan la demanda popular de este tipos de contenidos fashion. Cotilleo, habladurías sobre famosos, famosetes, famosillos siguen a la orden del día en las cadenas generalistas que satisfacen la demanda de consumir intimidad de los celebrity con ocasión de bodas, divorcios y diversos actos de sociedad que suministran material a las publicaciones del ramo, que ingresan substanciosas cantidades y pagan abundantes doblones por las exclusivas, posados y otras maneras de vender la cosa rosa de una banda de figurones de la vida golfa y el andar vago y perezoso en este valle de lágrimas, que miles de ciudadanos contemplan en las páginas de Hola, Semana, Pronto, Qué me dices y otras cabeceras del negocio. Posados, robados, fotocoles son modos de vender la intimidad para un pueblo machacado por la crisis, que hace de estos contenidos droga dulce para atontolinar cabezas sometidas al paro, precariedad y mal vivir. Pareciera en un principio que la tele iba a devorar estas revistas del cuore, pero no solamente no las ha eliminado sino que por el contrario todas las cadenas dedican espacios a darle bombo a la boda de fulano, divorcio de zutano o bautismo del niño de la famosa. En este lucrativo negocio las exclusivas se pagan a precio de oro y por ello las medidas de seguridad se imponen para evitar la más mínima filtración, llegando a medidas agresivas como la de entregar móviles a la entrada del acto, para que solo se capturen imágenes pactadas y pagadas que inundarán los quioscos en una avalancha de consumidores ciegos semana tras semana. Azacaneado periodismo del corazón.
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