Amurrio - “Una mañana amaneciendo, mientras trabajaba, se me acercó un joven de unos 21 años de Costa de Marfil, preguntándome por un sitio para poder leer. Me sorprendió esa pregunta tanto como cuando al mirarle a los ojos, me di cuenta de que le faltaba uno. Le interrogué discretamente por ello, lo había perdido trabajando en el campo en Murcia y fue despedido mientras estaba en el hospital, pues ya no era útil. Este posiblemente no sea su rostro, pero quería reflejar el sentimiento que me produjo su encuentro, el de otro náufrago”. Ésta es la explicación del trabajo artístico Inmigrante sin ojo que hace su autor, el dibujante catalán afincado entre Cantabria y Bizkaia, Juan Carlos Morant Intxausti, y que -junto a otros 24 cuadros y tres esculturas, realizados en técnica mixta de ceras sobre acrílicos y barnices, y aglutinados bajo el título Estética para náufragos- se pueden contemplar hasta el próximo día 15 en la sala de exposiciones de La Casona en Amurrio.

También los hay que muestran a una señora en el metro, a una pareja sentada distanciada en un banco, a otra abrazada a punto de ser tragada por la furia del agua, o unas rudas manos asidas con fuerza a una especie de tabla de salvación en la inmensidad de un océano muy negro. “Soy muy consciente de que ese fondo negro, como el de una pizarra, presente en casi todos los cuadros crea desasosiego en el espectador, pero es mi forma de plasmar la sociedad en la que vivimos, en la que todos y todas, en realidad, somos un poco náufragos de tanta sinrazón, a la deriva de ver ríos de banalidad”, apunta Morant, que se confiesa amante de expresionistas alemanes tales como “Kandinsky o Kokoschka que eran pintores del alma, y eso siempre me ha atraído: expresar desde mis sensaciones”, apunta.

Con todo, Morant Intxausti no considera que esta muestra lance un mensaje pesimista. “Es simplemente la forma metafórica de plasmar la realidad de, como decía Saramago, un optimista bien informado”, subraya. La exposición no solo incide en personas, sino también en la naturaleza, a través de cuadros que plasman un río fuera de su cauce “como máxima a respetar, porque es una víctima más de la sinrazón humana”, o una pieza extraída de la propia naturaleza “que es la que crea las esculturas más sublimes que existen”, recalca, dando con ello sentido a las piedras y ramas colocadas sobre las peanas de la sala expositiva.

En cuanto a la filosofía de la muestra, el artista explica que tiene un carácter narrativo de fondo, porque “soy muy aficionado al cómic, y concibo mis trabajos como viñetas, más gráficas que pictóricas. Velázquez o Goya ya plasmaban en sus cuadros fragmentos de la historia, que yo veo como viñetas. Solo basta fijarse en La rendición de Breda o Los fusilamientos del 2 de mayo para captar mi idea”, matiza.

Para redondear el efecto, la exposición se acompaña de una producción audiovisual creada para ella, y realizada por el vídeo-artista de Getxo Víctor González Rubio, con música compuesta por Aitor Morant Intxausti.