Acaba de publicar su última novela Donde los escorpiones y se ha metido de lleno en Afganistán, un país que le parece hostil pero que en cierta forma le ha fascinado.

¿No hay que ir a Afganistán para toparse con los escorpiones?

-Están cerca, pero los de allí son mucho más grandes. Mi novela trata de llevar a los personajes a los extremos. Aunque se juega en el prólogo y en el epílogo que los extremos están al lado de casa, un país como Afganistán es otra canción.

Supongo que su viaje a Afganistán no tiene nada que ver con un viaje turístico.

-Depende del concepto que se tenga de turismo, lo que me gusta es ver cosas diferentes, otros modos de vivir y recoger impresiones personales. He ido a ciudades muy feas y he tenido impresiones que me han hecho sentirlas de forma memorable.

¿Le ha ocurrido en Afganistán?

-Es un lugar duro, es una base militar con pocas posibilidades de salir, yo lo hice en un convoy. Aparentemente, Afganistán es muy inhóspito, áspero, pero en ocasiones he recordado este país con cierta añoranza.

¿Encontró vida normal?

-Hay un montón de gente que tiene su forma de vida, pero está supeditada a un clima extremo, 50 grados en verano, en invierno 25 bajo cero; tiene muy pocos recursos, cuarenta años de guerra civil y una gran desigualdad entre hombres y mujeres. Hay que añadir la convivencia desde hace años con soldados extranjeros.

En Afganistán fue necesaria la intervención extranjera y en Irak no. Estas son sus palabras.

-En Afganistán había un Estado fallido y era un campo de entrenamiento que estaba generando inestabilidad y destrucción, podía golpear cualquier lugar de Occidente. Irak se hizo sobre premisas que ahora los instigadores dicen que fueron erróneas. Era perentorio que no era necesario intervenir y que lo que hicieron iba a causar un gran destrozo. El Daesh viene en buena medida de la intervención de Irak.

Siria, un país que no tiene petróleo, solo riqueza cultural y no dinero puro y duro, y no se interviene.

-Cierto, hay menos recursos naturales, pero hay otros motivos. Rusia tiene un puerto importante y una gran estrategia geopolítica que canaliza a través del régimen de Al Asad. Saddam Husein no tenía quien lo quisiera o lo amparara, Al Asad, sí.

Hablemos del caos interno que tiene el Estado español en estos momentos, seguro que da para muchas novelas.

-Viene también de los problemas internacionales. Europa tiene una de sus mayores crisis en el tema de la llegada de refugiados ante la destrucción de sus países. En España, hay un hundimiento de un régimen que solo funcionaba en la bonanza.

Eso no es lo que dice Aznar.

-Pero es así, cuando no sobra para tapar las vergüenzas de un régimen, pasa lo que estamos viendo. Él fue alguien que vivió de una manera muy clara a lomos de esa burbuja y esa ficción económica.

¿Todo fue mentira?

-Se gobernó con una super abundancia de recursos y todo era ficticio, cuando fallaron los recursos se han visto las costuras por todas partes.

Hablemos de libros, de cultura?

-Más allá de las decisiones que tomen los líderes, las sociedades tienen una fortaleza y un funcionamiento automático que solventan y encauzan la mayoría de los problemas. La cultura es un buen ejemplo.

¿En qué sentido cree que la cultura está mejor?

-Hace dos años, el sector editorial estaba en un estado de siniestro total. Parecía que estaba destruido el tejido editorial por la crisis, la piratería y el cambio en los hábitos de ocio. Parece que se está recuperando. El ebook pirata no se come al libro de papel.

El libro digital no siempre es ir por lo gratis, se pueden comprar.

-Pero mucha gente va a lo gratis y eso es un gran competidor para el papel. Yo, que no espero nada del gobierno, de ningún gobierno, creo que esto lo sostienen los lectores. Es más fiable encomendar mi suerte a los lectores que a ningún gobierno.

¿Cree que a los gobiernos les importa la cultura?

-Tengo la sensación de que les da bastante igual. El PP en los últimos cuatro años parece que se ha encarnizado con la cultura; el PSOE tiene un programa que promete más cosas, pero ha estado en el gobierno y apenas ha hecho nada; Ciudadanos tiene medidas pero están inéditos y en el programa de Unidos-Podemos no hay ni una frase, ni una coma, dedicada a la cultura.

¿Por qué llega a molestar la cultura al poder?

-Para poder funcionar, la cultura necesita un cierto desasimiento del poder y me da la sensación de que quien nos dirige no conviven a gusto con ese desasimiento.

La cultura debe ser crítica.

-Tengo la sensación de que el problema que tienen con la cultura es que muchos los políticos no son cultos, la cultura no ha formado parte de la vida de los políticos. No digo cultos en el sentido de eruditos.

Se les ve en el teatro, en el cine, en la ópera?

-Le repito, la cultura no forma parte de sus vidas y cuando hacen que forme parte, están fingiendo. Esto vale para los nuevos políticos y para los viejos.

Dicen tener libros en su mesilla de noche y poco tiempo para leerlos.

-Puedo decir lo que me dijo una política en ejercicio: La inmensa mayoría de los dirigentes de mi partido no leen un libro nunca.

Triste.

-Los políticos son fruto de la sociedad que aspiran dirigir. Hemos descuidado mucho la educación y de ahí viene todo lo demás.