junto al monstruo que vuelve a la vida, están el Doctor Moreau, el Doctor Jekyll y Mr. Hyde, el hombre invisible, el hombre de la arena o la Eva futura.

Hace doscientos años la erupción del Monte Tambora, uno de los volcanes más importantes del mundo, provocó una pequeña edad de hielo que impidió a un grupo de ingleses disfrutar del verano en el lago Leman, en Ginebra. Las cenizas esparcidas por el volcán en la isla indonesia de Java nublaron el cielo de Europa y provocaron temperaturas otoñales y lluvia casi persistente. Recluidos, el poeta Lord Byron, su médico personal John Polidori, Percy Bysshe Shelley, también poeta, y su compañera y posterior esposa Mary compartieron una lúgubre velada en Villa Diodati en la que comenzaron a contar historias de fantasmas y aceptaron el reto de escribir la más espantosa obra de terror.

Esa noche se gestó Frankenstein. Mary Shelley, que tenía entonces 18 años, publicó dos años después Frankenstein o El moderno Prometeo, una de las mejores obras literarias de terror de la historia que, según Fernando Marías, promotor de la iniciativa Hijos de Mary Shelley, en la que participan representantes de diferentes disciplinas artísticas, es “una de las novelas fundamentales en la historia de la literatura y el mundo posterior”. En su opinión, Frankenstein está hasta tal punto metido en nuestra percepción receptiva “que si lo sacaran de nuestra historia, desaparecerían muchas cosas”. Los temas abordados en la novela están en el centro de las preocupaciones literarias y filosóficas de la época y siguen vigentes 200 años después. El progreso científico descontrolado, la relación entre la tecnología y la biología, la soledad y los misterios de la psicología humana son grandes temas de la ciencia ficción que siguen siendo actuales.

Comisariada por Miguel A. Delgado y María Santoyo, la exposición Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau parte del laboratorio como lugar de creación donde el científico, enajenado, juega a ser Dios con resultados terroríficos encarnados en una criatura que puede ser un monstruo, su doble o un autómata.

Bloques En el primero de los bloques en que se divide el recorrido, El doble, se aborda la materialización del lado oscuro o la invisibilidad como método de refracción. Ejemplos de ello son las novelas El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, la historia del doble aterrador creado por la ruptura del doctor Jekyll y su ego más recóndito; y El Hombre invisible de H.G. Wells, que plantea la teoría de la invisibilidad. El segundo bloque, dedicado a El Autómata, hace un recorrido por la invención de criaturas mágicas y carentes de alma como las máquinas capaces de reproducir a la perfección el aspecto y comportamiento humano. Las obras literarias que lo escenifican son El Hombre de la arena, el relato más popular de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, en el que narra el enamoramiento de un joven hacia una autómata carente de alma que le lleva a locura, y La Eva futura de Auguste Villiers de L’Isle-Adam, en la que el autor crea una bella androide causante de un amor espiritualmente superior. El último espacio está dedicado al personaje de El Monstruo, cuyo principal ejemplo es Frankenstein o El moderno Prometeo , obra de terror gótico en la que aparece una figura esencial en la literatura y la cultura popular: la del científico loco y el doctor chiflado. Otra muestra es La Isla del doctor Moreau de H.G. Wells, cuyo hilo argumental está basado en los experimentos de un científico a caballo entre animales y seres humanos.

Una de las afirmaciones que se vuelve a demostrar en esta exposición, según el comisario, es que “las barreras entre los conceptos de cultura, ciencia y tecnología no existen y son absurdas”. Para explorar todos estos campos, la exposición cuenta con piezas originales de la Filmoteca Española, los Museos Complutenses y varias colecciones privadas inéditas, como la de Fernando Savater, que ha cedido su colección de figuras de terror, que son su familia, dice, ya que vive rodeado de ellas. El filósofo y escritor afirma que “la cultura popular es la que más figuras literarias ha dado a lo largo de la historia, como Frankenstein, Sherlock Holmes, el doctor Jekyll y Mr. Hyde”. “Todos sabemos quiénes son, aunque no se hayan leído las novelas”, apunta Savater, para quien las dos primeras figuras populares más famosas “son Don Quijote y Sancho Panza”.