madrid - Veinte años ha dedicado el Museo del Prado a preparar la exposición del V centenario de la muerte e El Bosco, una ocasión irrepetible para el disfrute y estudio de uno de los artistas más enigmáticos del Renacimiento y que reúne obras maestras como El jardín de las delicias o Las tentaciones de San Antonio.

La colección del Museo del Prado, la más numerosa y mejor que se conserva del Bosco ha sido restaurada a lo largo de los últimos años para esta exposición, piezas a las que se han unido obras procedentes de museos de todo el mundo hasta completar el medio centenar, entre ellas 21 pinturas y 8 dibujos originales del holandés.

Un auditorio al completo de su aforo ha sido el escenario de la presentación a los medios de comunicación de esta exposición, patrocinada por la Fundación BBVA, y que se inaugurará el próximo lunes.

El director del Prado, Miguel Zugaza, explicó que nunca hasta ahora se habían reunido tal número de obras originales de este artista, lo que será una oportunidad para los investigadores de estudiar en su conjunto sus cuadros para “poder tratar de comprender mejor a un artista que todavía sigue siendo un enigma”. “Es la oportunidad de conocer de una forma inédita al Bosco”, dijo Zugaza, para quien la exposición va a suponer “un antes y un después”.

El museo ha creado un espacio lleno de curvas para permitir la contemplación de las obras de arte, en especial los trípticos, dividido por temáticas ante la dificultad de determinar la cronología de las obras del holandés, que nunca fechó sus cuadros, según explicó la comisaria, Pilar Silva. Siete secciones componen la muestra, la primera de las cuales sitúa al pintor en su ciudad, ‘s-Hertogenbosch, con obras de artistas de la época y en las que se incluye una pintura anónima del mercado de la plaza en la que se puede ver la casa en la que vivió el artista.

Entorno al tríptico de La adoración de los Magos del Prado, que se puede ver por primera vez restaurada, se reúnen las pinturas que componen la segunda sección con el tema más repetido del Bosco, que es el de la adoración, con préstamos de Nueva York y Filadelfia.

La más numerosa es la tercera sección, agrupada bajo la denominación de Los santos y que da protagonismo a Las tentaciones de San Antonio, prestada excepcionalmente por el Museo de Lisboa, a la que acompañan obras procedentes de Venecia, del Museo Lázaro Galdiano, o del de Berlín, entre otras.

Los temas del paraíso y el infierno reúnen varios trípticos del Bosco alrededor del famoso Carro de heno, en el que el artista expresa por primera vez su idea de que, más que hacer el bien, hay que evitar el mal. Tanto la obra procedente de Lisboa como El carro de heno pertenecen a la segunda etapa del artista en la que comienza a despuntar su imagen de creador de demonios, indicó la comisaria, quien dijo que el Bosco fue más que eso: “Era un pintor original que cambia la técnica y la iconografía”.

Por supuesto, la obra más conocida del artista El jardín de las delicias tiene una sección propia en la que, a través de una reflectografía y una radiografía, se aprecian los cambios que realizó durante sus trabajos tanto en la escena del jardín como en las del infierno y el paraíso.

La Mesa de los pecados capitales es el centro de otra de las secciones en la que está también el “maravilloso” dibujo del Hombre árbol, de Viena, explicó la comisaria, para quien el Bosco “dibuja como pintor y pinta como dibujante”. “Va a ser difícil que se vuelva a ver una exposición como ésta” dijo el presidente del Patronato de la pinacoteca madrileña, José Pedro Pérez-Llorca, quien agradeció a Patrimonio Nacional la cesión del Cristo camino del Calvario.

El director adjunto del Prado, Miguel Falomir, destaco cómo la restauración de las obras que custodia el museo y el haber podido reunir más del 75 % de la obra que se conserva del holandés hacen de ésta una ocasión “no solo magnífica sino necesaria”. - Efe