Vitoria - Quiere ser un autorretrato pero sin aparecer de manera explícita el retratado. El resultado se plasma en diferentes piezas que, eso sí, su creador percibe como una única obra. Bucea en el interior de un individuo concreto pero con la percepción de plasmar cuestiones y reflexiones compartidas por cualquier ser humano. Utiliza el lenguaje de la fotografía pero queriendo hablar también el de la pintura. Es una exposición con principio y fin, al mismo tiempo que un proyecto infinito. Y aunque todo esto pueda parecer una contradicción, es una realidad visitable en la sala Amárica, donde hoy se inaugura Blink, una propuesta con la que David. F Brandon se encuentra con el público hasta el próximo 10 de julio.

“Quiero que las imágenes floten en la imaginación del visitante” para que cada uno cree su propia narrativa, apunta el artista británico residente en Gasteiz desde mediados de los años 80. Eso sí, Brandon entiende que no hay un punto concreto en el que arrancar esa lectura, que depende de la persona, del momento, de ese instante al que alude el título de la exposición, es decir, del parpadeo que se acaba de producir o del que viene justo ahora.

Por todo ello indagar sobre si el artista busca en unos casos expresar su mirada sobre el mundo que le rodea, también en lo político, o en otros hablar sobre su ideal de la belleza o... no deja de ser un intento de acotar lo que él mismo quiere que sea libre, una lectura sin fronteras basada en la simbología de las imágenes que propone, las mismas que no son varias sino una sola.

“Brandon camina en el territorio de lo personal pero también en el que es compartido”, expresa el pintor gasteiztarra Javier Hernández Landazabal, quien se encarga de completar el acercamiento a Blink desde el catálogo de la muestra.

Además, la exposición contará con otro reclamo el próximo 1 de julio. En sus paredes -lo que obligará a retirar de manera momentánea tres obras de la muestra- se proyectará ese día el corto documental The scale of an obsession de Aitor López de Aberásturi. La producción, que ya se ha podido ver tanto en Cortada como en la Semana de Cine Vasco (con premios en ambos casos) es un acercamiento a la figura de Brandon a través del proceso de creación de una de sus pinturas y, a partir de él, una reivindicación de aquellos artistas cercanos al público pero alejados de los circuitos del arte.