su destino era ser escritor, lo tenía claro, y a él se aplicó con tesón y disciplina y él le llevó a transitar con muchas contradicciones por el camino del éxito: fue académico y recibió el Premio Nobel, el Premio Cervantes o el Príncipe de Asturias, entre innumerables galardones y reconocimientos, como el ser nombrado senador por designación real.
Nacido el 11 de mayo de 1916 en Iria Flavia, en Padrón (A Coruña), Cela tuvo una infancia feliz, como el mismo relató en La rosa, el primer volumen de sus memorias. “Yo tuve una niñez dorada. De pequeño era tan feliz que, cuando las visitas me preguntaban qué quería ser de mayor, me echaba a llorar porque no quería ser nada, ni siquiera deseaba ser mayor. Me hubiera apuntado a ser niño siempre”, aseguraba a Efe en 2001. Un bienestar de juventud -sus padres le apoyaban en todo- que le llevó a caminar firme y seguro en sus propósitos de vida, acompañado de su tesón y del lema que reza en el escudo familiar -El que resiste gana-, que le ayudó a conseguir ser un artista de las letras. Escritor, actor, poeta, pintor, torero, cineasta, vagabundo, andarín, editor, animador cultural, cartero, judoka..., marqués de Iria Flavia, Cela fue muchos, con una cara pública para cada ocasión.
Escribió su primer libro de poesía cuando ya había estallado la Guerra Civil, Pisando la dudosa luz del día, en un Madrid asediado. En los años 40, enfermo, escribió La familia de Pascual Duarte, la novela en castellano más traducida después del Quijote, publicada en 1942 y cuya segunda edición fue censurada, como luego también lo fue La colmena. Censuras a alguien que también ejerció como censor en el régimen de Franco.
En 1944 Cela se casó con Rosario Conde. Luego vendría Viaje a la Alcarria. La pareja se trasladó después, en 1951, a Mallorca para alejarse del mundo literario madrileño y ahí comienza otra fructífera etapa del escritor. Obsesionado con Picasso, Cela publicó en 1962 Gavilla de fábulas sin amor, con ilustraciones del pintor. “Picasso decía que en el arte solo tiene interés abrir nuevos caminos y así lo he entendido yo: el escritor debe abrir nuevos horizontes y tener las tres facultades del alma: memoria, entendimiento y voluntad”, dijo en 2001. Y es que su escritura también tiene mucho de obra plástica y de música. Pabellón de reposo, Mrs. Caldwell habla con su hijo, San Camilo, Oficio de tinieblas, Mazurca para dos muertos, Cristo versus Arizona, El asesinato del perdedor, La cruz de San Andrés Madera de boj, de 1999, son sus novelas. Por ellas transita su búsqueda oceánica, primero desde el costumbrismo y el tremendismo de posguerra hasta llegar a la vanguardia y la innovación con el lenguaje. A Cela se le apagó la voz el 17 de enero de 2002, sin “arrepentirse de nada”, porque había logrado lo que se propuso: “Mostrar mi verdad con palabras”.
1991, segunda boda. En 1991, el ya Premio Nobel se casó con la periodista Marina Castaño. Después inauguró la Fundación que lleva su nombre en Iria Flavia.
Broncas. Divertido, grotesco, malhumorado, Cela protagonizó muchas anécdotas y broncas memorables, como el navajazo que decía tener en el trasero por una bronca que organizó en Casablanca, como relató a Efe en 2001 cuando cumplía 85 años.
El director de la RAE, Darío Villanueva, pidió “respeto” para Cela, asegurando que un escritor “es lo que ha escrito, no lo que haya dicho o hecho”, en alusión a la vida “intensa” del autor. Para Villanueva, amigo de Cela y responsable de ediciones de algunas de sus obras más importantes como La colmena, su faceta más importante fue la de “hombre pluma y escritor puro”, debido a su dedicación “total” a la literatura. En cualquier caso, dentro de esa profesionalización, reconoce que Cela introdujo “un aspecto de relaciones públicas o mercadotecnia” que pudo llegar a perjudicarle en algunos momentos.