Hay una frase que no soportan: “Para ser una mujer no lo hace mal”. Cada vez que alguien (alguno) lanza esas ocho palabras, a La Basu y a Aneguria les llevan los demonios. Probablemente porque estas dos vizcaínas llevan muchos, muchos años haciendo rap y no consienten que nadie cuestione su buen hacer, su solvencia improvisando, su elegancia canalla escribiendo y su chulería indiscutible soltando la rula en la calle o en el escenario. La Basu -en su DNI pone Elena Caballero-, y Aneguria -léase también Ane San Miguel- son dos potentes damas del rap que comenzaron en los 90 a soltar sus letras entre bombo y caja. Era una época en la que las mujeres brillaban por su ausencia en el escenario vasco del underground.
Los caminos de ambas acabaron cruzándose en un devenir de conciertos y un buen día decidieron ponerse las pilas ante la ausencia de chicas en esto del rap. “Hay que hacer algo”, sentenciaron. Y de aquella declaración de intenciones nació Eskina Femenina, un proyecto que tiene como objetivo apoyar y visibilizar a las mujeres que se animan a coger un micro y rapear. A través de esta iniciativa buscan también crear vínculos y sinergias entre estas artistas del underground. Redes sociales, talleres y conciertos forman parte de este proyecto que ayuda a las chicas a alzar la voz y reivindicar su sitio en un ámbito en el que ellos históricamente se han erigido como dueños y señores. ¿En esto del rap hay machismo? Es la pregunta inevitable... “Hay de todo, pero es un mundo dominado por hombres”, explica La Basu. “La mujer ha sido la que bailaba, la estupenda al lado del rapero”, añade.
Eskina Femenina quiere dar carpetazo a esa realidad ofreciendo a las chicas la oportunidad de demostrar que ellas rapean potente, que son las reinas de la rima, del freestyle y de los ritmos callejeros. Y que son chulas, muy chulas; porque hay que serlo para mantener el tipo sobre determinados escenarios. “Si en la vida tienes que demostrar el doble por ser mujer, en el rap tienes que demostrar el triple. Te ponen la lupa”, explican. “Queremos potenciar a las mujeres en el rap. Que tengan la oportunidad de salir y probar”, añaden.
Eskina Femenina nació en 2013. Lo primero que hicieron fue crear un canal de Youtube en el que agrupan vídeos de mujeres que hacen rap. Hoy hay colgados más de mil vídeos de 250 artistas de todo el mundo. También crearon un perfil de Facebook que tiene como objetivo ser un punto de encuentro interactivo que cree vínculos entre estas mujeres, para que se conozcan entre ellas y crear así referentes. Aquí se repostean conciertos, información de discos etc. Los talleres de escritura son otra de las patas de la iniciativa, talleres que imparten en su sede de Bilbao La Vieja y que están abiertos a gentes de todas las edades, mujeres y hombres. Y luego llegaron las mesas redondas y los festivales de raperas.
Desde Eskina Femenina quieren ayudar a las que empiezan; y quieren dejar claro que en tierras vascas hay un buen puñado de chicas que hacen rap bonito. Ahí están La Furia, de Donostia, o la Chula Potra, de Nafarroa. También La Omega, de Gasteiz; Mai, de Irun; Herbalis, que son dos chicas de Bermeo; Fanny, de Donostia; María, de Barakaldo; Madamme La Dama de Durango y las donostiarras Iramina. La Basu y Aneguria trabajan para demostrar que el rap es fuerza en la garganta de una lady. En junio se van a Barcelona para actuar y dar una charla sobre mujeres en este estilo musical, y lo hacen de la mano de Fermin Muguruza y su proyecto Black is beltza.
La Basu y Aneguria tienen claro que el rap es reivindicativo, “los ecos de la calle”. Y eso es así si lanza la rima un tío o lo hace una tía. Quizá, en ocasiones, las chicas sean más sutiles a la hora de tratar algunos temas; quizá porque, simplemente, les apetece hacer las cosas así. “Me gusta decir vulgaridades... Pero con estilo”, zanja La Basu. Y es que ellas están ahí para expresar lo que les da la gana, al igual que reivindican que una mujer baile como se le ponga en las narices sin que nadie le cuestione. El rap es controversia. La clave está en alardear de chulería pero sin perder las formas. Lo que viene a ser elegancia callejera. Y ellas tienen ese flow.