En los últimos quince días, el cantante y presentador televisero se ha visto sumergido en una bronca monumental, unos acusándole de pesetero y otros aplaudiendo la pelea entre cadenas para contratar al insólito profesional de la entrevista y empatía comunicativa.
Visto el éxito de audiencia de la productora responsable del invento, Proamagna, ha decidido sacar mayor beneficio de los venideros encuentros familiares de “En tu casa o en la mía”, y mejorar las condiciones para el monstruo de la canción y resto de la empresa; y a la hora de renovar el contrato le ha pedido a La 1, tres veces más programas que los que quiere firmar la cadena pública, que alega razones de inestabilidad política y empresarial para negarse a las nuevas pretensiones económicas e hipotecar el futuro de las contrataciones.
Bertín ni entra ni sale en esta pelea de despachos, espera bajo el nogal con el cestaño preparado y cuando le ordenan simplemente se repantinga en el sofá y dale que dale a la cháchara ante las cámaras y entrevista al Olmo seco de Antonio Machado, si fuera o fuese menester.
Parece claro que la tele pública va a perder esta codiciada pieza, si no la ha perdido ya, porque poderoso caballero es don dinero y la tele gobernada por PP y amigos de la gaviota que se encuentran en delicado momento empresarial, como tantas veces en su historia, sucumbiera ante la presión de las cadenas privadas que huelen la sangre fresca del negocio como chacales de la gestión y el beneficio. La cosa está clara, quien fiche a Osborne, se llevará casi tres millones de seguidores, que cambiarán plácidamente de cadena y ayudarán al redondo negociete de duopolio televisivo hispano que no hay Dios que lo corrija. El panorama sigue inalterado, Atresmedia y Mediaset se reparten dividendos y audiencia con alegría suma, felices del modelo que tiene de todo, menos de verdadera competencia.