elliott Smith solo logró que una amplia mayoría conociera canciones inolvidables, estremecedoras de belleza y vulnerabilidad, como Between the bars, Say yes, Waltz #2 o Miss Misery, aunque su discografía está repleta de ellas. Y motivos y facilidades existen a espuertas para descubrir a ese sensible músico estadounidense, cuya muerte trágica y misteriosa lo emparenta con Kurt Cobain, ya que se ha reeditado toda su discografía y esta semana sale a la venta la banda sonora de un estremecedor documental sobre él y su obra, Heaven adores you.

“Fue muy raro y divertido por un día, pero no sé si lo sería vivir en ese mundo. No diría que fue punk pero estaban todos esos cantantes famosos y se preguntaban: ¿quién es ese tipo? Yo me preguntaba lo mismo”, asegura Smith, sonriendo, en el documental Heaven adores you (El cielo te adora), que se abre con el protagonista rememorando su noche de gloria en la ceremonia de los Oscar, cuando su canción Miss Misery, incluida en la película El indomable Will Hunting (Gus Van Sant), optó al galardón.

Sí, allí estaba él, aquel chico desgarbado, con un traje blanco, el pelo grasiento y una soledad tan inabarcable como su talento, desfilando tras Madonna. “No me importa si encajo en algún sitio o no. Solo me importa la música. No es complicado”, se le oye decir en el documental, realizado por Nickolas Rossi, Jeremiah Gurzi, Kevin Moyer y Marc Smolowitz. La obra, disponible en iTunes, BluRay, DVD y Movistar+, incluye largas escuchas a su música, además de entrevistas con él, amigos, antiguos compañeros de banda y productores cercanos.

La operación de rescate del estadounidense, nacido en 1969 y fallecido en 2003 de dos puñaladas en el pecho, previsiblemente infringidas por él mismo aunque el informe forense no fue concluyente, se inició con la reedición íntegra de su discografía. Incluidos su CD póstumo, el posterior New moon, con descartes e inéditos, y la recopilación An introduction to?, y se completará esta semana con la edición de la banda sonora del documental, que sus autores ven como “nuestra carta de amor” a Smith.

El trabajo documenta su de manera certera, ahondando también en el hombre a través de clarificadoras entrevistas. “Nunca seré una estrella del rock, no soy la persona adecuada para ser famosa y grande”, explica. Más claro? agua. Recibió su primera guitarra a los 14 años y aunque de origen tejano, no puede entenderse su vida y obra sin Portland. Y para contrarrestar el aura depresiva que le acompañó siempre, su hermana recuerda que “le encantaba cantar y parecía muy feliz” mientras un amigo dice que “competíamos por ser los payasos de la clase”.

del rock al intimismo Algo fue mutando en Smith desde que despuntó en la escena rock de Portland en su juventud gracias, sobre todo, a la proyección lograda con el grupo Heatmiser, los Fugazi de la ciudad. El documental, y su banda sonora, dan muestras del gusto juvenil de Elliott por el rock, que abandonó ya en solitario. “Voy a salirme de ese ruido”, se le oye cuando se analizan sus dos primeros discos, acústicos, desnudos y estremecedores en canciones como Needle in the hay (ecos de Nirvana) o Christian Brothers, en el documental en una rareza junto a Heatmiser.

Gente cercana analiza esa etapa como “un sonido a lo Simon&Garfunkel” pero con “las letras de Nick Drake”. “Ven noche, todo se ha ido a la casa del olvido” canta Smith mientras avanza el documental, y también “soy un vertedero lleno de falsos comienzos”. El músico, que dejó Portland para mudarse a Nueva York y Los Ángeles, fue vistiendo más su música pero sin abandonar esa sensibilidad extrema y exacerbada que le fue haciendo popular con discos como Either/or, que incluía gemas como la deliciosamente melancólica Between the bars (la botella le hablaba y le conminaba: “bébetelo todo, cariño, bebe conmigo ahora y olvídate de todo”) y Ballad of big nothing (“nada significa nada para mí”).

Después le llegó el éxito, el personal con Joanna, a quien dedicó Say yes (“estoy enamorado del mundo a través de los ojos de una chica”), la lucha por el Oscar, discos exitosos como XO? y la debacle personal y artística a través de la botella y las drogas. “No estoy bien”, le confesó a una amiga. “Fue devastador ver irse su talento”, según otro. Le recuerdan “frágil y avejentado”. Su intento de recuperación no se concretó. Aquellas fatales puñaladas no harán olvidar canciones como Twilight, escalofriantemente vulnerables y líricas, tocadas por el aura de un verdadero genio que, como recoge al final el documental, en una placa de recuerdo, escribió: “Nunca te conoceré, pero voy a amarte siempre”.