A finales de enero, el Festival Internacional de Cine de Rotterdam fue el escenario para el estreno de su tercer largometraje, un Esa sensación en el que el realizador gasteiztarra Pablo Hernando comparte autoría con Juan Cavestany y Julián Génisson. Unos meses antes, en noviembre, fue el Festival de Cine Europeo de Sevilla el escenario para la puesta de largo de Berserker, su segundo filme tras su debut con Cabás, que vio la luz en 2013 “aunque todavía hoy siguen apareciendo críticas en blogs”. El director, que reside desde hace unos años en Madrid, no para. De hecho, entre manos tiene el guión de su cuarta aventura en la gran pantalla, aunque también le esperan un vídeoclip y un cortometraje de animación. “Son cosas rápidas para desahogarme”, ríe.

Eso sí, lo que Hernando no ha podido hacer hasta ahora es mostrar su trabajo en su ciudad natal, algo a lo que se va a poner remedio hoy mismo en la clausura de la trigésimo segunda edición de la Semana de Cine Vasco. “Me voy a poder quitar la espinita de estrenar en mi ciudad; me hace mucha ilusión, la verdad”. La cita será a partir de las 20.00 horas en el Aula Fundación Vital, donde primero se proyectará el corto Naara del también gasteiztarra Paul Urkijo para luego dar paso a Berserker, sin olvidar que también se procederá a la entrega de los premios del público y el Uno de los Nuestros. Será la guinda a una jornada que comenzará a media tarde con la sesión infantil y el visionado de Olentzero eta Amilaren sekretua, de Gorka Vázquez (la recaudación en este caso se destinará a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Álava).

Tras Sevilla -donde Hernando consiguió un premio especial “por significar un impulso hacia un cine español diferente”, según el jurado del certamen- y Madrid, este thriller con toques de humor sigue su camino encontrándose con el público. En el pase en la capital hispalense, “me sorprendió lo bien que funcionaba la parte más humorística de la película”, más allá de que el largometraje “tiene una apuesta muy arriesgada al final y ahí hay reacciones diferentes”. Las buenas sensaciones se imponen y el director ve como su segunda producción está siendo “un paso más” con respecto a Cabás. “Lo que sucede con estos filmes tan pequeños es que no tienen que jugársela a tener un estreno que de manera inmediata genere una recompensa económica; funcionan mucho por el boca a boca y su vida es más larga, no tienen prisa”.

La cuestión monetaria no es baladí. De hecho, para completar los trabajos de post-producción, el realizador realizó una campaña de crowdfunding en octubre del año pasado. “Pedíamos 2.500 euros y terminamos recibiendo más del doble”, recuerda. Esas apreturas en la financiación conllevan, por ejemplo, “que te toca hacer muchos de los procesos que si tuvieras dinero harían otros, lo que se traduce en que ves la película mil veces y acabas demasiado saturado. Con Cabás tuvo que pasar un año hasta que la pude ver con normalidad. Con Berserker estoy todavía en el proceso”.

Hasta ahora no ha querido entrar en los procesos de petición de subvenciones ni en la búsqueda de productores. “He querido hacer y también aprender”, un camino compartido con el espectador y que para el futuro más inmediato tiene la vista puesta en el próximo largometraje. “Estoy con el guión pero para esta película sí vamos a necesitar algo de dinero porque sin pasta va a haber un par de cuestiones que van a quedar mal”, explica.